El fortalecimiento del sistema de áreas naturales protegidas (ANP) debe de incluir el fomento de las capacidades y herramientas para los guardaparques, ya que representan un nexo entre la conservación y las comunidades. A pesar de que las ANP son una de las estrategias implementadas en la política pública ambiental para conservar los ecosistemas, su biodiversidad y sus servicios ambientales fomentando el desarrollo sustentable, la figura del guardaparque no ha sido valorada de una forma sobresaliente en la gestión estos espacios en México.
La gobernanza ambiental internacional ha sido severamente criticada por haber sido ineficiente ante la problemática global (Alfie-Cohen et al., 2011), y México no es la excepción de esta realidad. Si bien, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) no considera a las ANP como un instrumento en la política ambiental, son la mejor herramienta que tiene el país para conservar la biodiversidad (Bezaury-Creel y Gutiérrez-Carbonell, 2009). El fortalecimiento del sistema de ANP es una de las tareas más importantes y fundamentales para poder mantener la representatividad y funcionalidad de los ecosistemas de México, y este fortalecimiento debe de incluir el fomento de las capacidades y herramientas de los guardaparques.
El objetivo de este ensayo es analizar las fortalezas y las debilidades de los guardaparques que laboran en México. Como ellos son la primera imagen que tienen las comunidades que habitan en las ANP, deben de generar un estrecho vínculo con estas. Su visión tiene que ser amplia para que abarque aspectos socio-culturales, económicos y ambientales de los recursos naturales porque son el nexo entre la comunidad y la conservación; así que su función es fundamental. Las actividades prioritarias que en general realizan los guardaparques son (Paz-Barreto, 2009):
1. Extensionismo y educación ambiental
2. Control y vigilancia
3. Atención al visitante
4. Monitoreo y apoyo a la investigación científica
5. Relación con las comunidades y resolución de conflictos
A partir de la última década del siglo XX es cuando verdaderamente se empieza a consolidar la atención y manejo de las ANP en México (Bezaury-Creel y Gutiérrez-Carbonell, 2009). Desde entonces se han realizado avances significativos, sin embargo, las ANP se enfrentan a problemas por decretos antiguos e imprecisos, conflictos de tenencia de la tierra, pobreza y marginación de sus habitantes (Brenner, 2010; Campos y Boada, 2008), así como de falta de presupuesto, infraestructura y personal suficiente para llevar a cabo las diversas líneas de conservación. Aún queda mucho para cuidar efectivamente el patrimonio
natural dentro de las ANP, y para ello, es necesario primeramente un análisis de las políticas públicas ambientales para buscar un resultado que apunte la solución de esta necesidad (Merino y Cejudo, 2010). Quiero remarcar una falta considerable de personal y de financiamiento para la realización de acciones de conservación enmarcadas en los programas y estrategias de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
Las actividades fundamentales de los guardaparques están claramente implicadas en los objetivos específicos del Programa Nacional de Áreas Naturales Protegidas 2014-2018, aunque para realizarlas solamente se cuenta con 500 guardaparques para atender las ANP que cubren más de 25 millones de hectáreas, esto equivale a que cada guardaparque es responsable de una superficie igual a la isla de Cozumel, Quintana Roo. Se sabe que la CONANP reconoce en discurso que la figura del guardaparque es el primer contacto con las comunidades. En la Estrategia 2040 (CONANP, 2014) se establece dentro del eje “Administración para la Conservación” como línea de trabajo el aseguramiento de suficiencia presupuestaria para garantizar la operación de las diferentes áreas y el fortalecimiento de la plantilla del persona en número, remuneración y capacidades, y dentro del eje “Capacidades Institucionales” como línea de trabajo, asegurar la suficiencia del personal con plazas acordes con responsabilidades, contar con programas de fortalecimiento y capacitar al personal en las diferentes herramientas. En la realidad, es bien sabido que esta situación pasa desapercibida.
Si bien, dentro de la CONANP existe el “Programa Formando para la Conservación” y la “Iniciativa Guardaparque” para profesionalizarlos con herramientas que les permita orientar su trabajo y mejorar sus conocimientos técnicos, no es suficiente para lograr un correcto alcance para la capacitación de todos los guardaparques en las ANP. La formación en México es poco sólida, a diferencia de otros países donde están preparados en botánica y zoología, ecología, pedagogía, resolución de conflictos, adiestramiento policiaco, primeros auxilios, legislación, entre mucho otros temas, e incluso existen programas académicos que avalan y profesionalizan la figura del guardaparque como en Argentina, Ecuador o Costa Rica.
En estos tiempos, aún la forma de contratación de los guardaparques y los técnicos responsables de programas de conservación es poco institucionalizada, pues no tienen plazas permanentes, y además de ello el personal actualmente en la CONANP resulta insuficiente para todas las actividades colocadas en el Programa Nacional de Áreas Naturales Protegidas y en la Estrategia 2040. Sumado a esto, el salario va de seis mil pesos a 12 mil pesos mensuales, y en muchos casos, no cuentan con condiciones óptimas de seguridad, servicios médicos y equipo necesario.
Ahora bien, el presupuesto asignado a la CONANP de parte del gobierno federal es insuficiente, pues se requieren más de 200 mil millones de dólares para que los guardaparques resguarden y operen las ANP de forma adecuada (Escobedo, 2015). Esta institución recibe aproximadamente una cantidad que sobrepasa un poco más de 1,000 millones de pesos mexicanos al año (CONANP, 2010); por mucho un valor inferior al deseado. Justamente el año pasado la Secretaría de Hacienda y Crédito Público recortó el presupuesto de la institución, afectando considerablemente la operatividad de la misma con más de 100 despidos en todo el país. A razón de eso, los avances y esfuerzos que se venían acumulando desde su creación se han visto perjudicados por esta decisión, incluyendo el limitado presupuesto que siempre ha tenido. Además de esto, México tiene ANP incluidas como Patrimonio Mundial de la Humanidad, en el Programa El Hombre y la Biosfera, y en la Convención Ramsar. También nuestro país se comprometió a aumentar la superficie protegida de acuerdo con las Metas de Aichi, y otros convenios internacionales. Todo esto se traduce en la necesidad de un mayor presupuesto y un mayor número de personal capacitado y con las herramientas necesarias para completar estos objetivos.
En conclusión, las ANP podrían constituir la base para la conservación de la biodiversidad y para fomentar un desarrollo sustentable en las comunidades y del país, pero para ello se necesita resaltar y fortalecer la labor del guardaparque. A pesar de esta situación, el personal de la CONANP tiene una identidad y un sólido compromiso con la institución y con el trabajo de conservación, aunque no reciba el valor que se merece, derivado principalmente por el desconocimiento de su importancia por parte de la sociedad. Por consiguiente es necesaria una política que genere una marcha hacia el desarrollo sustentable junto con la conservación del patrimonio natural y, que de igual forma, integre en esta política la formación de personal capacitado para poner en marcha un manejo efectivo de las ANP.
Autor:
Leonardo Noriel López Jiménez, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
Referencias bibliográficas
Alfie-Cohen, M., L. Díaz-Abraham y R. Castañeda. (2011). Una ventana de oportunidad: la gobernanza ambiental, un nuevo instrumento de política. En: Alfie-Cohen (ed.). Comprometidos para negociar: conflicto y gobernanza ambiental (pp. 25-84). Universidad Autónoma Metropolitana, México, D.F.
Bezaury-Creel, J. y D. Gutiérrez-Carbonell. (2009). Áreas naturales protegidas y desarrollo social en México. En Shaha y haha, (Eds.), Capital natural de México, vol. II: Estado de conservación y tendencias de cambio. (pp. 385-431). México, D.F.: CONABIO.
Brennet, L. (2010). Gobernanza ambiental, actores sociales y conflictos en las áreas naturales protegidas mexicanas. Revista Mexicana de Sociología, 72(2), 238-310.
Campos, M. y M. Boada. (2008). Integración de diferentes modelos de protección para el diseño de un área natural protegida en Michoacán, México. Document d’Analisi Methodologic en Geografia., 51:39-57.
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