Entre las tradiciones más controversiales a nivel mundial se encuentra la caza de ballenas que todavía se practica en países como Japón, Noruega y Dinamarca. Por ejemplo, en las Islas Feroe pertenecientes al Reino de Dinamarca, existe una tradición llamada Grindadràp en donde se ha visto participar incluso a miembros de la marina nacional en la matanza de cetáceos. Islandia es otro de los países que permite la cacería de ballenas, aunque prevé dejar de realizarlo para 2024, ante la pregunta del mundo, ¿por qué no antes?
Al igual que Japón y Noruega, Islandia tiene licencias y cuotas anuales de ejemplares para la cacería de ballenas con fines meramente comerciales. Si bien existen otras naciones como Groenlandia y Canadá que también permiten esta actividad, se hace con fines de supervivencia. En aquellas regiones del mundo viven las tribus inuit que dependen de este tipo de alimento para sobrevivir debido a las condiciones del sitio. Tienen permitida la cacería aunque está estrictamente prohibida su venta.
En cambio, Japón, Noruega e Islandia lo hacen con fines meramente comerciales. La carne de ballena tiene una gran demanda en el mercado alimenticio, aunque cabe resaltar que la mayoría de los consumidores son turistas que se trasladan hasta aquellos países para consumir la carne de cetáceo.
Podría llegarse a la prohibición de cacería en Islandia
Las cuotas islandesas que se establecieron por última vez en 2019, autorizan anualmente la cacería de 209 ejemplares de rorcual común, el segundo mamífero más grande después de la ballena azul. Así como también 217 ballenas minke, un cetáceo más pequeño comparado con el rorcual común.
A diferencia de Japón que al año sí aprovecha todas sus cuotas de caza, Islandia ha experimentado un decrecimiento en la demanda de carne de ballena. De hecho, desde hace tres años las dos firmas que poseen las licencias de cacería han estado casi inactivas. Una de ellas anunció el cese de actividades hace dos años y desde entonces no ha reactivado la cacería.
Imagen: Ballena minke
Por esta razón se ha planteado la idea de que Islandia prohíba la caería de ballenas para 2024. Según Svandis Svavarsdottir, miembro del partido líder islandés, “hay pocas razones para seguir autorizando la caza de ballenas a partir de 2024”. “Hay pocas pruebas de que exista un interés económico en seguir practicando esta actividad”, concluyó.
Desde 2018 en Islandia la cacería ha ido disminuyendo dramáticamente, en las tres últimas temporadas estivales únicamente se cazó un rorcual pequeño. Y aunque las autoridades parecen basarse en las cifras para prever una posible prohibición, las sociedades animalistas y la Comisión Ballenera Internacional que en 1986 prohibió la cacería de estos cetáceos, se preguntan por qué esperar hasta 2024 para cesar las actividades de cacería islandesas por completo. Cabe destacar que desde la prohibición internacional por la comisión, tanto Japón como Islandia y Noruega se opusieron, deslindándose de la cooperación internacional.
Hay que revaluar nuestra relación con la naturaleza
Por otra parte aunque en la antigüedad esta práctica fue muy recurrente para la supervivencia, no hay razón alguna para mantenerla vigente hoy en día. Salvo en el caso de las tribus inuit. La crueldad detrás de las forma en que estos cetáceos son separados de su manada y cazados, no garantiza una muerte digna.
Eso sin contar que algunas de las especies cazadas como el rorcual boreal, se encuentra en peligro de extinción. No hay razón alguna para vulnerar de mayor manera las poblaciones de ballenas que de por sí se enfrentan a grandes riesgos. La contaminación plástica, la caza incidental e incluso el estrés al que se someten por la contaminación auditiva de sonares militares y transbordadores, son ya grandes amenazas para ellas.
Ahora que naciones como España han reconocido a pulpos, calamares y otros cefalópodos como seres sensibles, es momento de revaluar nuestra relación con los animales y tildar a la cacería de ballenas como un acto cruel sin razón que la justifique.