La canela es uno de los condimentos naturales más utilizados en la cocina, ya sea para darle el toque de sazón a comidas o postres, o para tés, la canela aporta un sabor delicioso. Lo más común es conseguirla ya cosechada y agregarla a los platillos, pero debes saber que también es posible cultivar canela en casa y te platicamos cómo hacerlo.
¿Qué es la canela?
La canela no es una raíz, ni tampoco es un fruto o algo parecido. Se trata más bien de una corteza de árbol conocido como canelo. Este es un árbol procedente de Sri Lanka, aunque se ha extendido su cultivo a casi todo el mundo. Requiere un clima cálido y húmedo para crecer sano y fuerte. Su tallo es de consistencia leñosa y es de aquí de donde se obtiene lo que conocemos como canela.
Cómo cultivar canela en casa
Al canelo le gustan los suelos arenosos capaces de drenar la humedad y con alto contenido en materia orgánica. Por lo que las tierras demasiado húmedas o que tienden a formar encharcamientos, no le favorecen y terminará por morir.
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Para cultivar canela en casa se requieren semillas de canelo, es la forma más adecuada para lograr germinar esta especie de árbol leñoso. Aunque también se da por trasplante de esquejes, así que si conoces un canelo cercano a tu hogar, puedes cortar una ramita y trasplantarla en casa. Aunque como ya hemos dicho, lo mejor será conseguir semillas para luego germinarlo directamente en la maceta.
Puedes sembrar en una maceta grande en lo que el árbol comienza a crecer, después puedes trasplantar directamente al suelo. Aunque si la idea es que no se expanda a un tamaño muy grande, lo más recomendable será dejarlo en una maceta que tenga un amplio espacio para las raíces.
Es importante que tomes en cuenta las estaciones del año para plantar tu canelo, es necesario que lo hagas durante el verano. Así el árbol podrá enraizar y más adelante será capaz de soportar el invierno. El trasplante de igual manera debe darse en época de lluvias y no cuando los fríos ya sean demasiado intensos. De lo contrario, no soportará las temperaturas y morirá. En cuanto al sustrato, como ya hemos mencionado al canelo no le gustan los suelos muy húmedos, así que puedes agregar fibra de coco para evitar futuros encharcamientos y darle el drenaje que requiere.
Siembra por semilla
Si harás la siembra por semilla, lo más recomendable es colocar aproximadamente 3 semillas en una maceta. Debes dejar una separación de un centímetro entre ellas y de profundidad, debe ser el doble del diámetro de las semillas. Es decir que no requieres enterrar muy profundo, ya que no recibirán la luz adecuada y no germinarán exitosamente.
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Una vez que depositaste las semillas, cúbrelas con sustrato pero ten cuidado de no aplastarlas o no les darás el espacio que requieren para germinar. Luego de esto, riega diariamente pero no directamente en las semillas, sino en todo alrededor hasta que la tierra quede bien humectada. Es importante que reciba la luz de sol suficiente para crecer, si bien no debes colocarla a la luz directa, si debe recibir luz solar. Lo siguiente es tener mucha paciencia, ya que tardará aproximadamente cuatro o cinco meses en llegar a un tamaño adecuado como para realizar el trasplante directo a la tierra.
¿Y el riego? El canelo no requiere demasiada agua, una o dos veces por semana es más que suficiente para darle la humectación adecuada. Riega cuando la tierra ya tenga un aspecto seco, no lo hagas cuando esta sigue húmeda o de lo contrario, las raíces podrían llegar a pudrirse.
Cómo se cosecha la canela
Una vez culminado todo el proceso de germinado y trasplante, hay que esperar un poco más de tiempo. La canela estará lista para cosecharse después de dos o tres años de que se realizó el germinado. Para hacerlo, sólo debes quitarle una parte de la corteza la cual debería desprenderse con facilidad tras la época de lluvias.
Para cosechar la canela debes asegurarte de que el tronco de tu canelo sea de un color café, lo que indica que ya está maduro. Además el tallo debe medir entre tres y cinco centímetros de diámetro.
Una vez que extrajiste la corteza, esta se pone al sol durante un día para secarla y que obtenga su característica forma tubular. Durante este periodo, la corteza se tornará de un color café más intenso y cuando por fin se encoja, entonces está lista para consumirse.