Una explosión de material solar cargado de plasma logró abrir un agujero en el campo magnético terrestre, dando paso a un fenómeno que no se había observado en al menos diez años. Auroras boreales rosadas brillaron en el cielo de Noruega, luego de que una tormenta solar se estrellara contra nuestro planeta.
Un grupo de turistas guiados por Markus Varik se dirigió hacia un lugar despejado de contaminación lumínica para observar el fenómeno de las auroras boreales, sin embargo, se encontraron con un espectáculo insólito incluso para los más experimentados observadores de las luces del norte.
Un gran número de auroras boreales de color rosado inundaron el cielo y deslumbraron a sus espectadores por alrededor de 2 minutos. Luego de que los cielos se tornaran de un rosa electrizante, las auroras verdes tomaron fuerza y brillaron durante toda la noche.
“Estas fueron las auroras rosas más fuertes que he visto en más de una década como guía turístico”, dijo Varik. “Fue una lección de humildad”.
Auroras boreales rosas
Durante los últimos meses el Sol ha estado muy activo y lo estará más todavía, a medida que se acerque a su máximo solar del ciclo número 25. Ha estado lanzando tormentas solares, algunas de las cuales han sido arrojadas directamente hacia la Tierra.
El pasado 3 de noviembre, una tormenta salió disparada de la corona solar para luego cruzar el espacio y finalmente se estrelló contra nuestro planeta. Aunque no se trató de una tormenta peculiarmente intensa, pues se le clasificó como G1 débil, logró penetrar el campo magnético terrestre creando un agujero en la magnetósfera del planeta.
El campo magnético de la Tierra funciona como un escudo que nos protege de la radiación emitida por el Sol y se genera gracias al enorme núcleo de metal fundido que vive en las entrañas del planeta. Cuando el viento solar que está altamente cargado de energía llega hasta nuestro planeta, choca contra el escudo magnético, sin embargo, naturalmente el campo tiene una predisposición a ser más débil en los polos. Esto último permite que en aquellas regiones el plasma solar atraviese la atmósfera, normalmente logra penetrar entre 300 y 100 kilómetros de altitud, y es aquí en donde ocurre la magia de las auroras boreales.
A medida que las partículas solares atraviesan hacia la atmósfera, reaccionan con los gases sobrecalentándolos y creando el espectáculo luminiscente que puede observarse en el cielo a simple vista en los polos. Casi siempre las auroras tienden a ser de colores verdes debido a que es la tonalidad que emite el oxígeno cuando se excita.
Pero hay ocasiones en donde el plasma solar penetra mucho más hacia adentro de la atmósfera y se encuentra con átomos de nitrógeno, el gas más abundante por debajo de los 100 kilómetros de altitud. Entonces las auroras toman otra coloración, pues cuando el nitrógeno se sobrecalienta emite tonalidades rosadas.
La tormenta solar ocurrida el pasado 3 de noviembre abrió un agujero en el campo magnético y dejó interactuar a la partículas sobrecargadas con los átomos de nitrógeno, regalando las auroras boreales más inusuales de los últimos años. La brecha en el campo se cerró luego de 6 horas de la colisión de la tormenta con la Tierra, así que no hay nada por qué preocuparse.
Crédito de fotografías: Markus Varis