El Domo de calor que se ha instaurado en el Norte de América está rompiendo todos los récords de temperaturas que se tenían registrados hasta ahora. Y aunque esto suele suceder una vez cada cierto tiempo, es en realidad el tamaño de la diferencia entre temperaturas máximas lo que está causando una gran preocupación. En los últimos años se ha vuelto una constante escuchar sobre las peligrosas olas de calor, no obstante, el escepticismo climático sigue minimizando lo que en realidad está sucediendo con el planeta.

ESA
La última ola de calor que se instauró en la costa oeste del Norte de América hizo marcar en los termómetros hasta 49.6°C en la ciudad de Lytton, Canadá. Temperatura que rompió el récord máximo que se tenía registrado para aquella ciudad, la última vez que los termómetros subieron tanto fue en 1937. Pero no es per se el hecho de haber roto el récord lo que preocupa a los especialistas.
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Constantemente las temperaturas superan los récords máximos en todo el mundo, no obstante, esto sucede con una diferencia de unos cuántos céntimos de grado. Lo realmente preocupante de la situación actual es que las temperaturas están pulverizando sus récords anteriores. En esta ocasión la diferencia entre máximas de 4.6°C, dejó claro que la incidencia de las actividades humanas, contribuyen ferozmente en la temperatura del planeta.
No habría olas de calor sin cambio climático
Sin calentamiento global y cambio climático, que son responsabilidad humana, las olas de calor actuales serían prácticamente imposibles, concluyen los especialistas. Un grupo de investigadores de la World Weather Attribution, describe a esta última ola de calor como un evento que ocurriría una vez cada mil años, además de que sería 150 menos probable si no existiera la influencia humana en el clima.
Y por las características intrínsecas del fenómeno, los meteorólogos temen que se les acuse de alarmistas. De por sí existe un conflicto entre el cuidado del medio ambiente y perseguir un modelo capitalista que sólo busca aumentar la riqueza monetaria. Para prueba de ello están las grandes inversiones que todavía apuestan por combustibles fósiles y dejan de lado las energías renovables.
Bien podría invertirse en autos eléctricos, energías renovables, sistemas más eficientes de reciclado y materiales no tan dañinos para dejar de lado el plástico. Sin embargo, esto no está sucediendo porque cuidar del medio ambiente no deja la misma riqueza que contaminarlo. Para prueba de ello están las metas que no se han podido cumplir del Acuerdo de París.
Las olas de calor están dejando estragos irreversibles en los lugares en donde se instauran. Las personas mueren a causa del calor, se disparan los incendios forestales y los animales marinos están siendo hervidos vivos literalmente. El problema es que son un hecho real y ya presente, cuando las políticas para combatir el cambio climático están fijadas hasta después del 2030.

Chris Harley
A este paso, seguiremos viendo pasar ante nuestros ojos una serie de consecuencias ominosas del calentamiento global, a la par de cero políticas y esfuerzos para revertir la situación. El cambio climático es real y ya está presentándonos sus estragos. No hay tiempo para abrirnos a la reflexión, acciones son las que deben llevarse a cabo ya.