El 13 de agosto de 1945 el ‘núcleo demoniaco’ aguardaba las instrucciones de las fuerzas armadas estadounidenses para ser arrojado sobre un punto específico de Japón y con esto, cerrar un ataque de tres bombas nucleares para provocar la rendición del país nipón en la Segunda Guerra Mundial. Lo que no sabían las autoridades estadounidenses es que Japón se rendiría antes del ataque, lo que los dejaba con una bomba nuclear activa en sus manos.
Las bombas atómicas arrojadas en Japón
Una semana antes, el 6 de agosto de 1945, Little Boy había marcado una de las fechas más trágicas en la historia de la humanidad, la detonación de la primera bomba atómica sobre Hiroshima. Tres días después le siguió los pasos Fat Man, la segunda y última bomba de esta salvaje naturaleza que fue arrojada en Nagasaki. Un total de 200 mil personas murieron a causa de las detonaciones, aunque a la fecha no se sabe el impacto de la radiación liberada y lo que esta pudo haber provocado en la salud de los ciudadanos japoneses.
Sin embargo, el caso pudo haber resultado todavía más grave de lo que fue, pues Estados Unidos tenía planeado arrojar una tercer bomba nuclear sobre Japón. Con un total de 6.2 kilogramos de plutonio refinado y galio en su centro, la bomba cuyo nombre en código era Rufus, aguardaba en la sombra para detonarse contra la nación asiática, aunque no hubo necesidad pues 15 de agosto llegó una inesperada rendición.
Ese día, la radio japonesa transmitió un mensaje grabado del emperador Hirohito, en donde se anunciaba la rendición de Japón y accediendo a las peticiones de los aliados. Con esto la Segunda Guerra Mundial anunciaba su final, pero también significó que Estados Unidos se quedara con un núcleo de bomba atómica en el Laboratorio de los Álamos, Nuevo México.
La tercera bomba nuclear en la que habían estado trabajando ya no iba a ser necesaria y la esfera de plutonio y galio en cambio, fue utilizada para una serie de experimentos que culminaron con la muerte de un científico, por lo que se ganó el nombre de ‘núcleo demoniaco’
El ‘núcleo demoniaco’
La bomba nuclear fue retenida en el Laboratorio de los Álamos conocido como Proyecto Y, en donde se le sometió a una serie de pruebas críticas para poner a prueba el límite del núcleo radiactivo y que evidentemente, culminaron con una serie de accidentes.
El primero de ellos ocurrió durante la noche del 21 de agosto cuando Harry Daghlian, científico del Proyecto Manhatttan, se dispuso a probar la criticidad del ‘núcleo demoniaco’. Este término hace referencia al umbral que el plutonio es capaz de soportar antes de volverse supercrítico, es decir, antes de desencadenar una explosión de radiación mortal.
Para ello, Daghlian rodeó la esfera con una especie de ladrillos de carburo de tungsteno con el fin de construir una pared capaz de reflejar los neutrones arrojados por el núcleo, lo que lo acercaría a la criticidad. El hombre, consciente de que le hacía ‘cosquillas al dragón’, se movió para quitar una de los ladrillos y así evitar la explosión de radiación, pero falló en el intento y lo dejó caer accidentalmente en la parte superior de ‘núcleo demoniaco’.
Actuó velozmente y logró retirar el ladrillo del núcleo, pero ya era demasiado tarde, en ese pequeño instante recibió una descarga masiva de radiactividad y su mano rápidamente se llenó de ámpulas y quemaduras. Aunque la radiación no se se hizo presente en otra parte de su cuerpo, al menos visiblemente, Daghlian cayó en coma y murió 25 días más tarde.

El siguiente accidente ocurrió durante el 21 de mayo de 1946 cuando el físico Louis Slotin estaba realizando un experimento de criticidad similar al de Daghlian. Este consistía en bajar una cúpula de berilio sobre el ‘núcleo demoniaco’, al igual que los ladrillos, el berilio reflejaría los neutrones empujándolo hacia la criticidad. Lamentablemente el experimento falló en algún punto y la radiación contenida en el núcleo ocasionó un destello azul, liberando una explosión de radiación que alcanzó a Slotin y siete personas más en el laboratorio. Slotin pareció recuperarse de las quemaduras que le ocasionó la explosión, pero más tarde un comunicado de prensa emitido por Los Álamos lamentó el fallecimiento del científico que sólo vivió nueve días después del accidente.