Los árboles son seres llenos de sabiduría que extrañamente nos ayudan a encontrar la calma, pero entre todos ellos existe uno que es famoso por haber ayudado a desentrañar los misterios de la física. Sí, hablamos del manzano que inspiró a Isaac Newton a postular su teoría de atracción gravitacional y que ha pasado a la historia como un elemento icónico en las ideas de Newton. Por si se lo está preguntando, el árbol sigue vivo y ahora tiene casi cuatro siglos de antigüedad.
Es nudoso y torcido, pero todavía sobrevive frente a la granja Woolsthorpe Manor de la familia Newton en el condado de Licolnshire, Inglaterra. Es impresionante pensar que el árbol vivió en la misma época que la persona más inteligente de la historia según la ciencia. Pero además, le ayudó a formular la teoría más importante de su época y con la que los científicos por fin pudieron comprender más sobre el comportamiento de la física del planeta.
El aislamiento convertido en genialidad
En el año de 1665 Inglaterra atravesaba por un momento complicado, la peste negra se llevó miles de vidas y puso a todos en aislamiento. Isaac Newton no fue la excepción, huyó de la Universidad de Cambridge para refugiarse en la granja familiar Woolsthorpe Manor, a unos 60 kilómetros al noreste de Cambridge.
Instalado en casa, construyó una pequeña oficina con estanterías y creó una especie de diario científico, un cuaderno en blanco con sus ideas y cálculos, al que llamó su “Libro de desperdicios”. Allí depositó todo lo que venía a su mente gracias a la tranquilidad del aislamiento y el distanciamiento de las exigencias curriculares universitarias.
Fue aquí donde se sucitó la famosa historia de la manzana que si bien es idílica y sumamente poética, no es del todo cierta. Es verdad que Newton miró al manzano y de él surgió la idea de la manzana en caída libre, pero no es verdad que esta cayera sobre su cabeza y esta fuera la razón de que de pronto pensara en la atracción de la gravedad.
El ‘árbol de la gravedad’
Con su ‘Philosophiæ naturalis principia mathematica’ publicado en 1687, Newton cambió para siempre la manera en la que se entendía la mecánica clásica, allí sentó las bases más importantes de la física, incluida la fuerza de gravedad. Y una vez que su historia de la manzana se volviera popular, el árbol se volvió igual de popular.
Existe una versión difundida por el King’s School en Grantham, que se ubica al norte de Woolsthorpe Manor, que dice que el director de la escuela hizo arrancar de raíz al manzano para plantarlo en su jardín. Sin embargo, Woolsthorpe ahora gestionada como museo, sostiene que el viejo ejemplar que todavía se puede ver en el museo, es el correcto. La versión del museo está respaldada por diversos bocetos históricos que demuestran que siempre existió un manzano en donde está el actual árbol de la gravedad.
Los registros históricos a su vez sugieren que el famoso manzano que inspiró la teoría de la gravedad de Newton, fue plantado en 1650, por lo que sería todavía muy joven cuando el físico viera caer una manzana de sus ramas. La especie del árbol de la gravedad es una conocida como ‘Flor de Kent’, que produce una variedad de manzana suave y harinosa.
Desde luego que sobrevivir casi cuatro siglos no ha sido fácil, en 1820 el árbol fue derribado por una tormenta, pero los cuidadores del lugar se encargaron de volverlo a enraizar. Ahora el icónico manzano compañero de Newton sigue en pie y se se le puede visitar en el museo. Es el ser viviente que continúa siendo un vínculo directo con el legado de Sir Isaac Newton.
Crédito: Bs0u10e01, CC BY-SA 4.0
Sus semillas son muy valiosas, tan es así que fueron enviadas al espacio a bordo de la Estación Espacial Internacional por la ESA y también se ha logrado reproducirlas en distintas partes del mundo. Ahora el manzano más icónico de la historia tiene una serie de descendientes que viven en distintos recintos científicos importantes del mundo, como un estandarte de los invaluables aportes de Newton a la ciencia.