Primero fueron lobos, ahora se trata de gusanos radiactivos, al parecer el que es considerado como el peor desastre nuclear de toda la historia podría representar una esperanza para el tratamiento del cáncer. Esté gusano puede superar los 20 mil röntgens por hora.
Este hallazgo, publicado en la revista PNAS, sugiere que estos pequeños gusanos no han sufrido daños genéticos detectables debido a la exposición crónica a la radiación, un fenómeno que intriga a la comunidad científica y abre puertas a futuras investigaciones.
El misterio de los gusanos radiactivos de Chernobyl
Un grupo de científicos reveló que los gusanos microscópicos que viven en el entorno altamente radiactivo de la Zona de Exclusión de Chernobyl parecen no sufrir ningún daño por la radiación. Además, estos hallazgos podrían ayudar a comprender mejor los mecanismos de reparación del ADN y adaptarlos algún día a la medicina humana, pero deja te explicamos.
Un grupo de biólogos descubrió algo que podría cambiar el futuro y radica precisamente en Chernobyl, se trata de una especie de gusanos microscópicos que no se afectan con la radiación que hay en Zona de Exclusión de Chernobyl (ZEC), que en las zonas más afectadas del edificio del reactor se estimó en 5.6 röntgens por segundo, lo que equivale a más de 20 000 röntgens por hora en una zona de 30 kms en donde está prohibido el ingreso de humanos.
El equipo liderado por Sophia Tintori halló que estos gusanos no tienen ningún daño generado por la radiación, pero esto no significa que la zona sea segura, pues los cálculos de que esta desaparezca se calcula en 10.000 años. Aun así, el hallazgo da luces sobre la resistencia e ideas sobre mecanismos de reparación del ADN de las personas.
Según el informe, estos gusanos, al ser resistentes, son capaces de adaptarse “hábilmente” a condiciones que resultan inhóspitas para otras especies. Los insectos son de la especie Oschieus tipulae y tienen como característica que son redondos microscópicos y pueden vivir hasta en los cuerpos de otros organismos. Además, cuentan con genomas simples, viven vidas cortas, lo que permite que los biólogos pueden estudiar varias generaciones en un corto espacio de tiempo.
Los especímenes fueron recolectados de frutas y tierra de la Zona de Exclusión de Chernobyl, en donde no se permite la presidencia humana. Sin embargo, aún hay mucho que descubrir de esta especie, y primero debe esclarecerse el misterio de cómo logran soportar niveles de radiación que serían mortales para cualquier otra forma de vida.