Los lobos mutantes que viven en la zona de exclusión de Chernóbyl (Ucrania) han adquirido genomas resistentes al cáncer bajo la influencia de la radiación. Situación que genera esperanzas de que los hallazgos puedan ayudar a los científicos a combatir la enfermedad en humanos.
Aunque se ha impedido el acceso de los humanos a la zona de 1.000 millas cuadradas donde la radiación aún presenta riesgo de cáncer tras el accidente nuclear, los animales han estado viviendo allí todo ese tiempo y fuera de los aspectos desconocidos, algunos presentan nuevos datos biológicos.
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La genética que ha hecho que los lobos mutantes de Chernóbil resistan el cáncer
Hace ya casi 40 años desde que sucedió la peor catástrofe nuclear de nuestra historia y la zona de exclusión de Chernóbil es ahora un paraje verde dominado por animales salvajes y, hasta hace poco, por el Ejército ruso. Una científica ha decidido estudiar por qué esos animales parecen no estar afectados por la radiación todavía presente en la zona y ha descubierto una mutación genética en los lobos que les hace resistentes al cáncer.
En 1986, el reactor nuclear de la central de Chernobyl, situado en Prípiat, una localidad al norte de Ucrania, explotó tras una cadena de desastrosas decisiones tomadas por sus supervisores. La radiación emitida tras la explosión hizo que se estableciera la Zona de Exclusión de Chernóbil, una extensión de 1.000 m² que aún hoy está cerrada al público.
Una vez que los humanos se vieron obligados a abandonar la zona, la vegetación y los animales la ocuparon por completo. Algunos, como las aves, experimentaron graves defectos genéticos, pero otros, como los perros o los lobos, se han adaptado y parecen vivir sin problemas en ese ambiente tan agresivo.
Lo sorprendentes es que, los investigadores descubrieron que los lobos de Chernóbil están expuestos a más de 11,28 milirem de radiación cada día durante toda su vida, lo que supone más de seis veces el límite legal de seguridad para un ser humano.
Gracias a ello, se descubrió que los lobos tienen sistemas inmunológicos alterados similares a los de los pacientes con cáncer que reciben tratamiento de radiación, pero lo más importante es que también identificó partes específicas de la información genética de los animales que parecían resistentes a un mayor riesgo de cáncer.
Una investigación a distancia
En la zona de exclusión de Chernóbil por primera vez en 2014. Los investigadores colocaron collares GPS equipados con medidores de radiación a los lobos salvajes y les extrajeron muestras de sangre para conocer su respuesta a la radiación cancerígena.
La investigación ha sufrido varios reveses que han impedido que el equipo pueda volver más veces, primero debido a la pandemia y luego a la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, se asegura que los collares electrónicos les han permitido seguir midiendo a tiempo real dónde se encuentran los lobos y el nivel de radiación a la que están expuestos.
Gracias a esos datos, los investigadores descubrieron que el sistema inmunitario de los lobos mutantes es distinto al de los lobos normales. Este hallazgo es especialmente valioso, ya que sabemos que los cánidos combaten el cáncer de forma más parecida a como lo hacen los humanos que, por ejemplo, los ratones de laboratorio.