Ya sea que creemos conciencia en nuestros cerebros en función de la activación de nuestras neuronas, o que la conciencia exista independientemente de nosotros, a través de una onda cuántica. No existe una explicación científica universalmente aceptada sobre de dónde viene o dónde vive.
Pero, en términos generales, se afirma que la conciencia es un proceso cuántico facilitado por microtúbulos en las células nerviosas del cerebro.
De acuerdo con una artículo científico, la conciencia es una onda cuántica que pasa a través de estos microtúbulos. Y que, como toda onda cuántica, tiene propiedades como la superposición (la capacidad de estar en muchos lugares al mismo tiempo) y el entrelazamiento (el potencial de que dos partículas que están muy lejos se conecten).
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Tu conciencia puede conectar por onda cuántica
La conciencia humana se considera por muchos el mayor reto intelectual, científico y metafísico. Aunque no disponemos de una definición formal de conciencia, todos alcanzamos a experimentar qué significa estar consciente o ser autoconsciente.
A lo largo de la historia, diversas teorías han pretendido definir la conciencia desde tres marcos explicativos: el dualismo (cuerpo versus alma), el materialismo (cuerpo sin alma) y el denominado panpsiquismo (conciencia universal).
Recientemente, el físico ganador del Premio Nobel Roger Penrose, Ph.D., y el anestesiólogo Stuart Hameroff aseguraron que los estados normales de conciencia pueden ser lo que consideramos bastante ordinario: saber que existes, por ejemplo. Pero cuando tienes un estado elevado de conciencia, es porque estás tratando con una conciencia de nivel cuántico que es capaz de estar en todos los lugares al mismo tiempo.
Eso significa que su conciencia puede conectarse o entrelazarse con partículas cuánticas fuera de su cerebro; en teoría, en cualquier parte del universo. Sin embargo, la teoría había sido rechazada, ¿ por qué?
Los esfuerzos por recrear la coherencia cuántica (mantener las partículas cuánticas como parte de una onda en lugar de descomponerlas en partículas discretas y mensurables) sólo funcionaron en entornos controlados y muy fríos. Si se sacaban las partículas cuánticas de ese entorno, la onda se rompería, dejando partículas aisladas.
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Un cambio en los resultados
El cerebro no está frío ni controlado; hace bastante calor, está húmedo y blando. Por lo tanto, se pensaba que la conciencia no podía permanecer superpuesta en el cerebro. Las partículas en el cerebro no podían conectarse con el universo.
Sin embargo, vinieron los descubrimientos en biología cuántica. Resulta que los seres vivos utilizan propiedades cuánticas aunque no sean fríos ni estén controlados. Lo que significa que si la transferencia de energía de la luz en la estructura de los microtúbulos podía permanecer coherente entonces existían ondas cuánticas en nuestra conciencia.
En otras palabras, hacer brillar la luz en los microtúbulos y medir cuánto tiempo tardan los microtúbulos en emitir esa luz “es un indicador de la estabilidad de ciertos estados cuánticos postulados, lo cual es una especie de clave para la teoría de que estos microtúbulos pueden tener secuencias coherentes. Superposiciones cuánticas que pueden estar asociadas con la mente o la conciencia.