En muchas ocasiones consumimos alimento que consideramos saludable debido a su procedencia enteramente natural. Generalmente se trata de frutas y verduras que sabemos, nos aportan grandes beneficios a la salud y que creemos, están libres de los males de la industria alimentaria. Pero lo cierto es que muchas de las frutas y verduras que podemos observar en mercados grandes y de mucha demanda, son alimentos transgénicos, pero ¿a qué se refiere este término u cuáles son sus implicaciones?
¿A qué se le llama alimentos transgénicos?
La denominación técnica para este tipo de alimentos es ‘organismos modificados genéticamente’ (OMG). Un alimento transgénico es aquel que se ha producido mediante ingeniería genética, lo que significa que algo de su estructura ha pasado por ciertas modificaciones para exponenciar algunas de sus características. En otras palabras, un organismo modificado genéticamente, es aquel que proviene de un organismo vivo al que se le han modificado uno o dos genes, mediante la recombinación de su estructura genética.
El propósito final de dicha recombinación de estructura genética es la obtención de un alimento cuyas características sean distintas al convencional, para satisfacer la demanda de calidad de la industria alimentaria. Por ejemplo, se puede obtener un mejor valor nutricional, resistencia frente a factores externos o bien un aspecto mucho más fortalecido que el de un alimento convencional.
En ese sentido, se pueden modificar genéticamente las plantas desde las cuales se obtienen diversos frutos o verduras, para que puedan soportar las inclemencias de las plagas o las inclemencias del clima, como las sequías.
Controversia y opiniones divididas
Pese a que la modificación genética de ciertos organismos es un procedimiento controlado y de hecho, tiene autorización de la ley, mucha controversia se ha generado alrededor del tema. A esto se le suma que no existen leyes que obliguen a los productores agrícolas a especificar qué alimentos han pasado por un procedimiento de modificación genética.
Por lo tanto, se han generado dos corrientes frente a los OMG, una de ellas defiende el uso de la modificación genética ya que traería diversos pros a la hora del proceso agricultor como la protección ante las plagas o herbicidas, mayor durabilidad y tamaño, crecimiento acelerado y la capacidad para crecer en zonas estériles, y la de añadir valores nutricionales que normalmente no poseen los alimentos.
Uno de los argumentos principales de quienes están a favor de los alimentos transgénicos, es que la agricultura selectiva se ha practicado desde hace milenios para mejorar la calidad de los alimentos. Según ellos la única diferencia es que ahora se hace de forma controlada y con procedimientos mucho más complejos.
Pero en contraparte se encuentran aquellos que rechazan firmemente el uso de procedimientos para la modificación genética de las frutas y verduras. El argumento principal es el daño que esto podría ocasionar a la salud. Pese a que no existen hasta ahora indicios de los daños que los alimentos transgénicos podrían ocasionar, los detractores de esta práctica argumentan que el consumo generalizado de este tipo de alimentos, lleva relativamente poco tiempo por lo que es un periodo demasiado corto como para observar los daños a la salud.
Además, el tema trae consigo otro tipo de situaciones que alimentan los argumentos que van en contra de los alimentos transgénicos. Una de ellas es el descontrol que ha generado en la naturaleza la introducción de especies modificadas, una práctica que está ocasionando la pérdida de biodiversidad y el descontrol de los ecosistemas.
Otra de las razones que ha puesto a un gran sector en contra de los OMG es que son las grandes empresas multinacionales las que controlan las semillas de especies modificadas. En ese sentido, monopolizan qué, cómo y cuándo se plantan este tipo de semillas, volviendo a los campesinos dependientes de este poder de decisión.
Hasta ahora no existen evidencias científicas que apunten a que los alimentos transgénicos sean perjudiciales para la salud, sin embargo, su consumo lleva apenas poco tiempo dentro de las prácticas alimentarias como para saber este tipo de información. Además, existen otras razones como el desequilibrio de los ecosistemas que apuntan a que quizá los OMG no sean la mejor opción.