Podría parecer un sinsentido reflexionar sobre la música a partir de la limitada gama de tonos que ofrecían los celulares hace 10 años. Y Brian Eno estaría de acuerdo, pues en una entrevista del año 2000 aseguró que componer tonos de celular –si a eso se le puede llamar componer– sería algo “demasiado triste” que jamás haría.
Excepto porque, 7 años después, el propio Eno compondría los tonos del celular Nokia 8800:
https://www.youtube.com/watch?v=LdYE0MFmwyo
La escritora Gemma Winter lo interpelaría al respecto, recordándole lo que había dicho anteriormente sobre la tristeza que sería componer tonos para celular, y la contradicción que implicaba que lo hubiese hecho algunos años después.
La respuesta de Eno al respecto abre una dimensión que rodea su trabajo como compositor –y como la mente detrás de toda una revolución musical–. Esto es: el propósito de la música en el mundo contemporáneo.
Las cosas cambiaron, [los celulares] ya tenían tonos polifónicos; así que de hecho podías acceder a sonidos más complejos. [Aun así] no es un gran medio para componer música.
Componer tonos de celular cuando éstos ya ofrecían posibilidades polifónicas era mucho más estimulante. Pero seguía siendo un reto. Implicaba una especie de microcomposición, repleta de restricciones sonoras. Y eso fue lo que encandiló a Eno, motivándole a escribir los tonos para el Nokia 8800.
Pero no sólo eso: años antes había compuesto el característico campaneo de inicio para Windows 95. Éste, según le había pedido la empresa, debía ser “activo, juvenil, inspirador, sabio, estimulante, activo”, y muchísimos otros adjetivos que el tono tenía que reflejar en un minúsculo espacio de tiempo:
¡Al final decía que la pieza no debía durar más de 3 segundos y 1/4 de duración!
Estas pequeñas incursiones en los nichos mercadotécnicos de la tecnología no tuvieron la intención de lucrar, pues sabido es cuánto detesta Brian Eno nuestra cultura del trabajo, que mata la creatividad. Más bien, fue una manera de ponerse un reto estimulante: de aquellos que evolucionan la vida, lo cual es el propósito de la música y el arte.
Porque tal como precisó Nietzsche: la vida sin música sería un error. Y eso se afirma en la creencia darwiniana de Brian Eno sobre el arte, según la cual éste se concibe como una actividad orgánica, necesaria para disfrutar la vida y no sólo sobrevivirla.
En ese sentido, componer música jugando y experimentado es una forma de arte muy elevada, incluso si es para los tonos de un celular. Porque para Eno, se trata también de crear sobre lo cotidiano. De hecho, transformar la cotidianidad es el propósito del arte, porque de acuerdo con la definición que dio en una conferencia en 2007:
Arte es todo lo que no tenemos que hacer.
Y sin embargo, lo hacemos. He ahí la belleza del arte, y también su omnipresencia e importancia. No existe un ser que no esté involucrado en el arte, de una u otra manera, de forma directa o indirecta, planeada o espontánea.
Por eso, es innegable que las miniaturas sonoras compuestas por Eno para Nokia y Windows forman parte del vasto universo que él ha creado, y en ese sentido son continuidad de su obra; una obra que siempre tiene mensajes interesantes sobre los cuales reflexionar.