El músico Paul Barton colocó su piano en medio de un santuario de elefantes retirados y en cuestión de segundos experimentó la escena natural más cautivante de toda su vida. Un par de elefantes decidieron acompañarlo en un baile lento y majestuoso al ritmo de Bach, Schubert y Chopin.
La idea surgió de un simple paseo sobre el puente del río Kwai en Tailandia. Paul iba caminando cuando descubrió el santuario de elefantes ElephantsWorld, el cual resguarda a elefantes heridos, discapacitados o en situación de calle.
Como buen amante de estos sabios e inteligentes animales, Paul decidió preguntar si era posible darle unas sesiones relajantes de piano a los elefantes retirados. A los pocos días, el músico se encontraba en medio del santuario con su piano, rodeado de carismáticos elefantes.
La primera en acercarse y menear un poco el cuerpo fue la elefanta Lam Duan. Esta hembra de 62 años, que ha estado ciega la mayor parte de su vida, se balancea de un lado al otro al escuchar las melodías que Paul le dedica.
La gentil elefanta luce complacida al percibir el ritmo del piano, al mismo tiempo que guía sus pasos con el compás de la canción. Esta es una conexión que se nutre desde otra perspectiva y deja fuera la visión. Tal como los humanos cuando nos encerramos en la música proveniente de nuestros audífonos, Lam Duan se conecta con el instrumento.
Para Lam no hay nada alrededor más que el sonido del piano. Aunque ella no es la única que acude a las sesiones relajantes de música clásica de Paul. Los elefantes retirados entran y salen de escena como los bailarines de una obra de teatro.
Incluso, algunos de estos mamíferos intentan imitar los sonidos del piano u otros instrumentos, como la flauta tradicional tailandesa (saiyok). En ocasiones olvidamos que, como nosotros, los elefantes sienten, se comunican y crean lazos profundos e irrepetibles.
Los elefantes poseen una sensibilidad y potencial tan impresionantes que pocas veces son visibles, por la falta de herramientas para comunicarlos. Aunque las cualidades de los elefantes son complejas, pues una vez que cruzan los límites del entendimiento, son capaces de comunicar ampliamente lo que sienten.