El humano ha encontrado la forma de relacionarse con los animales desde distintas posturas, si bien existen relaciones donde el beneficio es mutuo y se generan lazos afectivos, existen otros donde el beneficio únicamente va en una dirección. Es decir, existe una gran cantidad de especies que se han sometido al entrenamiento para cumplir tareas beneficiosas para el hombre. Magawa es el claro ejemplo de esto, una rata gigante africana que cumplió la heroica labor de impedir que más de 100 minas estallaran y acabaran con la vida de los pobladores de Camboya.
Una larga historia de conflictos bélicos ha dejado el suelo de Camboya repleto de minas sin explotar que representan un grave peligro para los camboyanos. De hecho, los campos minados han dejado más de 68 mil personas afectadas, ya sea que culminaran en decesos o heridas graves, a causa de los explosivos desde 1979 tras la caída de los Jemeres Rojos.
Por esta razón, la asociación no gubernamental de limpieza de minas APOPO se encarga de entrenar ratas gigantes africanas para detectar con su poderoso olfato, los restos de químicos explosivos depositados en el suelo. Magawa, una rata de esta especie, se convirtió en el mejor aliado de APOPO para detectar minas en el suelo. En sus siete años de servicio, logró encontrar más de cien minas escondidas en los campos de Camboya, por lo que el año pasado cuando se retiró de la búsqueda de minas, se le conmemoró con una medalla de oro otorgándole el máximo honor por su ‘excepcional valentía animal’.
Recientemente Magawa murió por causas desconocidas a la edad de 8 años, así lo informó APOPO. La compañía lanzó un mensaje de agradecimiento a Magawa por su gran labor y en nombre de todas las vidas que salvó.
Una relación cuestionable
Y aunque esta historia culmina con la muerte de Magawa aparentemente por causas naturales, no hay que perder de vista que decenas de ratas gigantes africanas al igual que ella, arriesgan sus vidas diariamente para subsanar los conflictos bélicos entre humanos. APOPO ha aclarado que utilizan ratas africanas por su gran sentido del olfato, además de que sus cuerpos son pequeños que son capaces de caminar por encima de las minas sin hacerlas detonar. Pese a esto, los riesgos están presentes pues se trata de explosivos letales.
La hazaña de Magawa pone al centro de la mesa la cuestionable relación que los humanos han desarrollado con los animales. Se les utiliza con fines de experimentación que en muchos casos culminan en la muerte. Y aunque la excusa más grande es la falsa superioridad humana y la supuesta incapacidad de animales de sentir, se ha demostrado en más de una ocasión que son seres sintientes. Experimentan miedo, ansiedad, emoción y dolor igual que los humanos, por esta razón deberíamos reanalizar nuestra postura ante ellos.
En el nombre de la ciencia
El caso de Laika, una hembra de mezcla de husky siberiano con samoyedo, quizá sea el caso más conocido por tratarse del primer ser vivo en orbitar la Tierra. Laika era una perra callejera que habitaba en las calles de Moscú, que terminó a bordo de la Sputnik 2 para un experimento de lanzamiento al espacio.
Imagen: Laika
Cabe destacar que se eligió a Laika por ser una hembra y que, según los responsables, no necesitaba espacio para levantar una pata para orinar, como los machos, lo que les facilitaba el diseño de la cápsula. El objetivo del experimento se cumplió y la can orbitó por primera vez la Tierra, aunque murió en órbita. Un destino cuestionable.
Primates en el espacio
Ejemplos de animales que han sido puestos al servicio humano sobran, pero al igual que Laika existieron decenas de primates que terminaron siendo enviados al espacio. La mayoría de ellos murió luego del despegue de sus cohetes tras sufrir asfixia por las características de los vuelos. Más de 20 primates fueron lanzados al espacio con la finalidad de comprender cómo el humano podría salir de la órbita terrestre, entre monos ardilla, macacos Rhesus y otras especies.
Sólo muy pocos lograron sobrevivir al despegue y regresar con vida a la Tierra. Aunque perecieron tras sufrir las consecuencias de los viajes. Uno de los únicos primates que sobrevivieron hasta una edad adulta fue Miss Baker, una hembra de mono ardilla quien murió a los 27 años.