La constante lucha en contra de los herbicidas potencialmente cancerígenos ha formado parte de los debates en salud alimentaria. Desde el 2015 salieron a la luz datos que comprueban que el herbicida conocido como glifosato es cancerígeno. No obstante, el debate sigue en pie tras una serie de tensiones que ponen en encrucijada a la salud alimentaria que parece pesar menos que el incremento económico de los productores de este herbicida. Distintas pruebas han demostrado que el glifosato ligado al cáncer se encuentra en casi todos los alimentos.
¿Qué es el glifosato?
El glifosato se ha utilizado por décadas en la industria agropecuaria. Desde que la multinacional estadounidense Monsanto (ahora perteneciente a la farmacéutica alemana Bayer) lo patentara en la década de los 70, se ha utilizado como ingrediente de los principales herbicidas de amplio espectro. No obstante, la controversia alrededor de él ha virado de dirección en varias ocasiones.
Existe un gran debate científico y agrícola con respecto al uso de glifosato en los campos de cultivo. Aspectos que abarcan desde el toxicológico, hasta el daño medioambiental que provoca están constantemente en el foco de atención.
En 2015 la Organización Mundial de la Salud declaró que el glifosato “es un probable carcinógeno para los seres humanos”. En 2017 la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas informó que esta sustancia es altamente tóxica para la vida acuática. También se sospecha que actúa como un disruptor endócrino y que es tóxico para la reproducción.
Las contradicciones son evidentes
Pese a estas declaraciones, existe todavía la contradicción entre declaraciones de instituciones de gran peso a nivel mundial que defienden su uso en los alimentos agrícolas. La misma OMS tiene una postura poco clara ante el herbicida. Pese a que en 2015 lo declaro como “probable cancerígeno”, en 2016 publicó un reporte en asociación con US Enviromental Protection Agency, donde declara que el glifosato no implica riesgos cancerígenos. Al parecer las posturas más allá de basarse en datos meramente toxicológicos y medioambientalistas, lo hacen también en intereses económicos.
Lo cierto es que diversas investigaciones han asociado a la presencia del glifosato en alimentos, con el desarrollo de cáncer. Incluso Greenpeace ha dicho que se sabe que pese a que Bayer, la actual dueña de Monstanto, niega que el glifosato sea cancerígeno, ha reservado más de mil millones de dólares para cubrir futuras demandas. Lo que significa que esperan más casos de los ya conocidos, que relacionen al herbicida con el cáncer.
Alimentos que contienen glifosato
Las cifras son claras, se han encontrado muestras del glifosato en casi todos los alimentos básicos. Científicos de la Administración de Medicamentos y Alimentos de los EEUU (FDA), han hallado glifosato en casi todos los alimentos testeados.
El herbicida se rocía sobre la mayoría de cultivos de maíz, soja, trigo y avena, que son los principales componentes de alimentos empaquetados. Como consecuencia los productos derivados de estos ingredientes poseen muestras del herbicida. Galletas, frituras, cereales de granola, harinas de maíz, son tan sólo algunos de los alimentos donde se han encontrado muestras de glifosato. También se utiliza en el cultivo de verduras, frutas y semillas como las almendras. Además se ha encontrado en distintas marcas de mieles en el mercado
Según Richard Thompson, en un email que la FDA reveló por solicitud del diario The Guardian, el único alimento que encontró sin glifosato fue el brócoli. Aunado a esto, otro químico de la FDA, Narong Chamkasem, encontró “cantidades superiores al nivel de tolerancia” de glifosato en muestras de maíz. Encontró 6.5 partes por millón cuando se estipula que el límite son 5 partes por millón. No obstante, no se consideró esta muestra como “oficial” y se ha omitido de los informes por esta razón.
Al parecer todo el mercado de cantidades industriales de alimentos se encuentra inundado con el herbicida glifosato relacionado al cáncer. La única salida a este riesgo son los productos orgánicos de empresas pequeñas que gestionan sus tierras y cultivos de manera responsable. Además de las peticiones de leyes que regulen la entrada del herbicida a los países, como en el caso de México.