México alberga 200 mil especies de flora y fauna, lo que representa entre el 10 y 12% de la biodiversidad mundial. Muchas de estas especies son endémicas, es decir, originarias del territorio mexicano y no suelen encontrarse en otros lados. Definitivamente, esta riqueza natural es envidiable.
Desafortunadamente, son muchos los animales y plantas mexicanos que están en estado de amenazan o ya se encuentran en peligro de extinción por diversas razones. El saqueo y tráfico ilegal, son una central; tanto para fauna como flora. El cultivo de transgénicas es otra, que pone en especial peligro a las plantas nativas, que están siendo sustituidas por sus versiones genéticamente modificadas. El maíz es víctima de esta última. Ahora la amenazada es el nopal, otra de las plantas centrales de la dieta mexicana, pero no son los transgénicos y, en realidad tampoco los saqueos lo que poniendo en riesgo a este alimento mexicano.
Recientemente se ha registrado el saqueo múltiple y tráfico ilegal de más de 7 mil especies de cactáceas mexicanas y de sus semillas, entre ellas el nopal y se ha confirmado que los traficantes son asiáticos, ayudados por locales que no reconocen el valor nacional del producto. A raíz de esto, académicos de la Universidad Autónoma de Chapingo han urgido que se otorgue al nopal la certificación de “denominación de origen”, pues, por si el tráfico ilegal no fuese suficiente, China pretende patentar la planta mexicana.
Mientras que no se puede patentar una planta, tal como se encuentra en la naturaleza, sí se pueden adquirir los “derechos de obtentor” de una variedad vegetal o su secuencia genética. Esto es preocupante, pues si en China se patentan variedades de nopal, nuestro comercio del producto, podría verse afectado y porque las variedades genéticamente modificadas contaminan a las nativas y las ponen en riesgo de extinguirse (como le está pasando al maíz mexicano).
La denominación de origen es un indicador oficial que certifica la calidad de un producto, sólo por ser de una región específica. Se suele aplicar en alimentos y materias endémicas, como forma de asegurar a los compradores que están obteniendo exactamente lo que se les promete. Para los productos orgánicos y artesanales, este indicador es de vital importancia, pues tanto las condiciones geográficas, como las técnicas locales determinan las cualidades que interesan a quien consume. En México se le ha asignado denominación de origen a el café de Chiapas, la vainilla de Papantla y el mezcal, entre otros.
Este último, fabricado a partir de otro cactus, pasó por un problema muy similar al de los nopales. Fueron también países asiáticos los que querían patentarlo, pero se le protegió otorgando al mezcal la denominación de origen. Este antecedente demuestra que la petición de los académicos de la Universidad de Chapingo es, definitivamente la forma más efectiva de proteger un producto endémico, pues, no solo evita que lo patente cualquier persona, también devalúa todo producto fabricado fuera de la zona geográfica de origen.
El nopal no es cualquier cactus. Primero que nada es una magnífica planta, llena de vitaminas, fibra y calcio. Se puede comer de muchísimas formas (como demuestran las múltiples presentaciones que ha ideado la gastronomía de su país de origen) y, más importante aún, es un emblema cultural para los mexicanos. Sus propiedades (exceptuando el valor simbólico) se están volviendo especialmente populares en algunos países de Asia, lo que podría parecer benéfico en términos de exportación, pero, en realidad, lo que está pasando ha molestado a muchos mexicanos.
El nopal es delicioso y nutritivo. México está dispuesto a compartirlo con quien lo quiera consumir, pero resulta en una injusticia obligar a los mexicanos a dejar de producirlo y tener que exportarlo. Es alimento para el cuerpo, la identidad, y, por supuesto, para el paisaje natural mexicano.