La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern presentó en el marco del Foro Económico Mundial, su presupuesto que apuesta por el bienestar y la felicidad de sus ciudadanos, por encima de la economía. Las medidas han despertado admiración ya que, no apuesta por el crecimiento económico. Sino que busca invertir en áreas que no tienen cabida en el mundo del progreso, como las comunidades indígenas y la salud mental.
El capitalismo tiene una de las fallas más grandes que ya está pasando factura a las sociedades en el mundo; prioriza el crecimiento económico por encima del bienestar humano y ambiental. Tenemos el progreso que en siglos pasados hubieran deseado, pero enfocado únicamente hacia el valor monetario sin un equilibrio entre el cuidado del bienestar humano, la defensa del medio ambiente y la propiedad privada. Los fundamentos del capitalismo podrán traer riquezas, pero no traen felicidad y los líderes del mundo deben voltear a ver hacia lo realmente importante.
Pero en medio de la generalidad siempre existe una excepción, Nueva Zelanda destaca por sus medidas innovadoras para abordar las problemáticas sociales y no se ha quedado atrás en el asunto. El presupuesto de bienestar de Arden para Nueva Zelanda, tiene cinco objetivos a perseguir: mejorar la salud mental, empoderar a los pueblos indígenas, reducir la pobreza infantil, buscar una economía libre de combustibles fósiles y buscar medidas de higiene tecnológica.
Bienestar por encima del valor monetario
El plan es innovador, ya que busca el crecimiento integral de la nación sin menospreciar áreas de importancia pese a que no generen riquezas al país. De esta manera, Nueva Zelanda se convierte en el segundo país en priorizar el bienestar sobre el crecimiento económico. Bután es pionero en materia y hace años creó un Ministerio de la Felicidad.
Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, ha llamado la atención entre los líderes del mundo por sus medidas innovadoras. Estar al frente de una de las islas más ricas en biodiversidad y con grandes áreas de oportunidad, trae consigo sus desafíos. Conservar el medio ambiente sin descuidar el crecimiento económico, para así garantizar calidad de vida a sus ciudadanos, no es muy común entre las políticas mundiales. Y en una jugada peligrosa pero necesaria, ha transformado radicalmente el presupuesto de su país, para redirigirse hacia el bienestar humano. De esta manera el crecimiento integral debe surgir, contrario al modelo económico que sólo vela por el valor monetario.
Por medidas como esta es que el estilo genuino de la primera ministra de Nueva Zelanda, ha dado de qué hablar en todo el mundo. Ella tiene claro que, si seguimos el mismo camino, estamos condenados a cometer los mismos errores. Hay que tomar lo positivo del presente y transformar lo negativo para generar un crecimiento integral.