¿Qué hay después de la muerte? Hasta la fecha nadie ha podido responder esa pregunta. Algunos hablan del “más allá”, el cielo o bien el “paraíso” (dependiendo de tus creencias). Sin embargo, esas son las ideas sobre el camino del alma o la esencia del ser, para la materia todo es distinto.
Cuando la muerte llega, el cuerpo se queda en la tierra. Nos volvemos parte de la naturaleza y de todos los organismos que conviven en este planeta. Y es que solo la vida puede pensarse a partir de la muerte y viceversa, no existe una sin la otra. Estamos involucrados en un bucle misterioso en el que los organismos nunca abandonan la vida, sino que están en constante mutación y nunca hay un final.
El bosque eterno en México
Es exactamente esta esencia de transformación la que recupera el Bosque Eterno en Puebla, México. Este es un bosque memorial, lo que significa que es un espacio en el que la vida abunda y nunca hay un final.
Lejos de convertirse en un cementerio lleno de lápidas o mausoleos lujosos que buscan honrar la vida de un ser, el bosque eterno busca venerar la vida eterna y dedicar a las personas que han fallecido una oportunidad de renacer a través de otra forma.
En palabras de David Chaim Smith, de acuerdo con la primera palabra del Génesis en hebreo, este bosque sería el “B´reshit”; el estado continuo de devenir, es decir, “naturaleza dinámica de la creación que presenta posibilidad total”. Este es el principio de esencialidad perpetua en movimiento.
Y esto se logra a partir de una transformación esencial en el proceso funerario tradicional. Una urna biodegradable se vuelve el hogar de las cenizas del ser querido, esa urna se planta en el bosque para entonces dar vida a un árbol nuevo dentro de la zona. Asimismo, está la opción de depositar las cenizas en un gran estanque de agua que también nutre al resto del bosque eterno.
La oportunidad de la vida infinita
Abrazar la muerte como parte de un proceso infinito de vida y trascendencia es una buena manera de ofrecer paz en momentos que pueden ser complejos para el ser humano. Es muy común que nuestra relación con la muerte se defina a partir de la pérdida y el abandono, pero cuando el panorama cambia y se hace visible la posibilidad de vida infinita, entonces todo cambia.
Si todo en el planeta muriera definitivamente no habría posibilidad de observar nuevas plantas, nuevos seres e incluso nuevas mutaciones de organismos. La naturaleza nos permite algo increíble que es trascender en miles de formas posibles.
El día de hoy somos seres humanos compuestos de células y un cuerpo, mañana no lo sabemos. La reencarnación en el sentido natural es inagotable e indudable, siempre hay maneras de adaptarnos y vivir en la naturaleza, ya sea desde las cenizas que nutren los árboles en nacimiento o bien como organismos que nutren el agua y el aire. En la naturaleza siempre nos encontramos.