De seguro te has contagiado de la fiebre por producir verduras u hortalizas en casa, entre otros motivos, porque se trata de comida orgánica a muy bajo costo y porque facilita el contacto con la naturaleza en la frenética premura citadina. Sin embargo, los cambios de temperatura del año son un factor que puede frenar la producción de los productos naturales en casa. Si ya estás adentrado en la agricultura urbana (o aunque no lo estés) entonces es tiempo de que des un paso más profesional y emocionante: instala un invernadero.
Los invernaderos han sido empleados (pues su tecnología es muy sencilla) desde épocas milenarias para producir microclimas, aunque naturalmente se hacían con otros materiales, pues el plástico y el vidrio con los que hoy son construidos no existían. Los primeros invernaderos tal como los conocemos fueron construidos en los Países Bajos en 1850, y después esta fiebre se esparció por toda Europa al descubrirse que a través del vidrio, la radiación solar se colaba hacia las plantas y se convertía en radiación infrarroja, lo que provocaba el calentamiento del lugar. En pocas palabras, era una manera de generar temperaturas distintas a las del exterior.
Hoy los invernaderos están hechos a base de vidrio y plástico, que son materiales traslúcidos, pues permiten el paso de la luz; muchos tienen sofisticadas instalaciones para la regulación de temperatura y algunos tipos llegan a tener unas dimensiones enormes, pero hay algunos modelos que podrás acoplar a tu casa fácilmente.
Los principios de los invernaderos
Los invernaderos facilitan algunos principios fundamentales: la difusión de la luz, que hace que todas las plantas al interior obtengan la suficiente, tengan un desarrollo armónico, y se produzcan frutos homogéneos y salubres; la fotosíntesis se potencia gracias a la homogeneidad en la temperatura y la luz, y además estos permite programar las cosechas para épocas de escasez gracias a su propiedad del micro clima.
Los beneficios
Son un gran aliado en épocas de frío para seguir generando cultivo.
Los invernaderos caseros proporcionan protección contra el frío y, por lo tanto, es posible sembrar las semillas con anticipación.
Al ser un entorno cerrado los cultivos están aislados de plagas y enfermedades y, en caso de darse, es más sencillo controlarlas.
Las cubiertas propician una mejor propagación de la luz, lo que a su vez facilita la fotosíntesis.
Se pueden hacer experimentos y cultivar por ejemplo especies que no se darían en el exterior, como plantas tropicales que necesitan de mayor calor.