Cuando se buscan mundos que sean potencialmente habitables para la vida, lo primero que se buscan son parámetros como la cercanía óptima al Sol o la presencia de agua líquida, oxígeno y condiciones similares a nuestra Tierra. Sin embargo, nunca se considera que el ángulo de inclinación sea la base esencial para la existencia de vida compleja en un planeta y esta investigación dice que este factor que podría pasar por insignificante, es muy importante.
El surgimiento de vida en la Tierra sigue siendo un misterio para los científicos, pues hasta donde sabemos, es el único planeta que posee vida tal y como la conocemos. Esto no significa que no haya posibilidades en otros planetas, sino que nuestra burbuja es de hecho, muy especial dentro de los orbes más cercanos que se han podido analizar.
Entonces, ¿qué es lo que hace tan especial a nuestro Tierra? La respuesta desde luego que no es para nada sencilla y no está clara del todo, pero los científicos intentan descubrir las variables de la ecuación.
El Gran Evento de Oxidación
Stephanie Olson de la Universidad de Purden, se ha hecho exactamente la misma pregunta y aunque sabe que factores tan esenciales como el campo magnético, la cercanía al Sol y la presencia de oxígeno son claves, cree que hay algo más que podríamos no estamos viendo. A través de su investigación explica que si bien el desarrollo de las características que ya conocemos ha sido crucial para la vida, el ángulo de inclinación de la Tierra podría ser un detonante perfecto para la proliferación del oxígeno que finalmente permitió el brinco entre la vida unicelular a la vida compleja.
Se sabe que la Tierra primigenia no contaba con grandes cantidades de oxígeno, de hecho, poseía una escasez del elemento. Nuestra atmósfera sólo se volvió rica en oxígeno hace unos 2 mil millones de años cuando la Tierra atravesó por un periodo conocido como el Gran Evento de Oxidación.
La explicación más aceptada responsabiliza de este cambio al surgimiento de los primeros organismos capaces de realizar fotosíntesis oxigénica, una especie de bacterias llamadas cioanobacterias. Estas comenzaron a utilizar la energía solar para producir carbohidratos y oxígeno a partir del agua y el dióxido de carbono. Según los expertos en historia geológica, a partir de aquí se empezó producir oxígeno molecular (O2) en grandes cantidades.
El eje de inclinación fue el responsable
La teoría explicaría por qué los niveles de oxígeno aumentaron en gran medida, pero no pone fin a la duda de por qué las cianobacterias se volvieron mucho más activas. Olsen y su equipo buscaron los factores que pudieran haber impulsado tal actividad a través de modelos de simulación.
“El modelo nos permite cambiar cosas como la duración del día, la cantidad de atmósfera o la distribución de la tierra para ver cómo responden los entornos marinos y la vida que produce oxígeno en los océanos”, explica la investigadora.
De esta forma, encontraron que el eje de rotación de la Tierra pudo haber sido un punto crucial en la duración de los días y que por lo tanto, tuvo un impacto altamente significativo en los seres fotosintéticos.
Pero además, esta inclinación moderada influye en la variabilidad estacional que a su vez, generan cambios en las temperaturas globales y es la causa por la que existen las corrientes oceánicas que traen consigo la disponibilidad de nutrientes necesarios para las cianobacterias.
“Una mayor inclinación aumentó la producción de oxígeno fotosintético en el océano en nuestro modelo, en parte al aumentar la eficiencia con la que se reciclan los ingredientes biológicos”, dijo Olson.
Por lo tanto, los investigadores consideran que un eje de inclinación moderado es un factor a considerar cuando se buscan planetas potencialmente habitables. “La conclusión es que los mundos que están modestamente inclinados sobre sus ejes pueden tener más probabilidades de desarrollar vida compleja”, culmina Olson.