El origen es el destino: ¿es cierto que nuestro futuro está en los genes?

El Origen Es El Destino: ¿es Cierto Que Nuestro Futuro Está En Los Genes?

El Origen Es El Destino: ¿es Cierto Que Nuestro Futuro Está En Los Genes?

El mundo está construido, en gran parte, sobre ilusiones. Y el futuro es una de ellas. Si algo demuestra nuestra obsesión con ese tiempo que aún no es –y lo poco que sabemos habitar el presente–, es nuestro fetichismo por la predicción, una habilidad por la cual nos sentimos inevitablemente atraídos y, por ende, por el futuro de los genes y nuestra estructura.

Al parecer, esta es una habilidad que realmente poseemos. Según la neurociencia, nuestro cerebro es capaz de detectar eventos futuros, lo que supone que no todo en el ámbito de la videncia es mera superstición o irracionalidad. Se trata de una increíble gama de actividades cognitivas anticipatorias que, aparentemente, existen por razones evolutivas.

Pero, ¿el destino está escrito en los genes?

Collage: Bryan Olson

La genética también se ha interesado en las capacidades predictivas que pueda tener nuestro organismo, pero lo ha llevado a un límite extremo. La premisa del nuevo libro del genetista Robert Plomin, Blueprint, es que el ADN es una suerte de vidente, ya que en nuestros genes está inscrito nuestro futuro.

El problema es que Plomin se basa en una idea ya anacrónica –y muy problemática a nivel filosófico–: que no hay mejor herramienta para saber quiénes somos que mediante los genes; éstos son tan importantes que seguramente tienen inscrita nuestra evolución individual. Esta es una afirmación sumamente categórica, e incluso determinista. Para Plomin, lo único que importa es el ADN, y no las condiciones externas que nos rodean.

Pero precisamente porque es un problema de índole filosófica, un pensamiento tan determinista también tiene implicaciones éticas y morales. Afirmaciones categóricas como las de Plomin pueden ser peligrosas, porque el determinismo biológico ha llevado a clonar animales, a “diseñar” bebés y a modificar los cultivos, como en el caso de Monsanto, que incluso está experimentando con cultivos de marihuana.

Este determinismo también ha conducido a la eugenesia y a la polémica distinción de capacidades intelectuales según la raza, un argumento que no ha aguantado la prueba del tiempo, pues una gran cantidad de investigaciones realizadas por genetistas apuntan a que todos somos mestizos y lo esencial no está en los genes.

Predecir el futuro a través de los genes podría ser la base de alguna ficción distópica.

Pero no está sustentado científicamente.

De hecho, algunos detractores del llamado “darwinismo social” afirman que esta visión sólo contribuye a justificar conductas racistas, individualistas y egocéntricas. Autores como Jörg Blech han defendido la idea contraria a la de Plomin: el destino no está escrito en los genes –así, de hecho, se llama uno de los libros de Blech–.

Estos autores llaman a prestar atención a que vivimos en una sociedad que está formada por un crisol de culturas y tradiciones. Evidentemente esto tiene un impacto en nuestra evolución, así como en quiénes somos y en quiénes seremos. Lo cual es una importante reflexión que bien podemos hilar con otra: debemos aprender a vivir el presente. Porque, ¿en verdad importa si algo nos puede decir nuestro destino? ¿De que serviría?

*Collage: Bryan Olson

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