Hay una forma de vida más allá del bullicio de las ciudades y del estrés de la vida moderna. Lejos del alboroto, se erigen caminos que llevan a los rincones más profundos de la naturaleza. Ahí, en los recónditos bosques que circundan Japón, persisten los yamabushi, un grupo de monjes que ha renunciado a todo para entregarse a la soledad de las montañas.
El ascetismo de los yamabushi está imbuido de una impresionante conexión con la naturaleza. Su nombre mismo significa “el que se oculta en las montañas”. Estos monjes caminan descalzos, se postran debajo de las cascadas y se recluyen bajo los árboles para meditar hasta el anochecer. Sus creencias, conocidas con el nombre de Shugendō, combinan la tradicionalidad del sintoísmo con el misticismo de algunas vertientes budistas y taoístas.
El lado esotérico de sus enseñanzas ha rodeado a los yamabushi de un profundo halo de misterio, resaltado aún más por su elegida reclusión. Intrigado por estos monjes, el periodista visual Fritz Schumann creó un breve documental para adentrarse en su modo de vida. Durante un tiempo en el siglo XVII, fueron considerados magos con capacidades extraordinarias. Hoy, son una fuente de espiritualidad que pervive en sincronía con la naturaleza y que busca en ella la iluminación.