Una revolución –sea personal o social, íntima o colectiva– es, por naturaleza, un acto de desgarre. Es un proceso inevitablemente violento, pero proporcionalmente transformador. Sí: a veces, para cambiar la realidad primero hay que incendiarla. Eso es precisamente lo que Ema tiene que decirnos.
Ema (Mariana Di Girolamo) y Gastón (Gael García Bernal) son una pareja cuya historia cuestiona algunos de los pilares de nuestra existencia: familia, género, sexualidad y, aún más profundo, el amor. Ella, una bailarina revolucionaria, nos lleva a través de una aventura penetrante y por momentos cruda. A ritmo de reguetón, encarna un violento proceso evolutivo con el cual, tenemos que advertirte, quizá te identificarás.
En un intento por recuperar a su hijo adoptado y divorciarse de Gastón (20 años mayor), Ema se sumerge en una intensa exploración de su sexualidad, su cuerpo y su rol en una sociedad cuyos códigos resultan cada vez más insuficientes. Por eso se refugia en la sororidad de sus compañeras de baile, una pandilla conspiradora, salvaje y ardiente, y recurre además a una práctica excitante: literalmente, incendiar cosas.
Hoy sin duda nos encontramos en un momento de ruptura y reacomodo, donde toca cultivar nuevos modelos que nos permitan continuar navegando la realidad. Explorar, reafirmar, dinamitar son algunos de los actos más propicios de estos tiempos. En este sentido, la película dirigida por Pablo Larraín se perfila como una suerte de manifiesto generacional: un grito que raya entre lo distópico y lo refrescante, entre lo carnal y lo hiperpsicológico.
Que la música te posea
El baile es un instrumento clave en la expresión de la rebeldía (la rebeldía encendida de una generación jovial). En aras de una realidad que abraza cada vez más tendencias como el reguetón o el feminismo, esta película dibuja, mediante una notable fotografía, las emociones más profundas de una nueva generación que se expresa con el cuerpo. Otro ingrediente fundamental en Ema es, como podrás imaginar, la música. Y no sólo porque la protagonista es bailarina, también porque la banda sonora fue compuesta por Nicolas Jaar (uno de los más intrigantes músicos de la última década).
Un espejo en llamas
Así que si has experimentado un deseo (o incluso una urgencia) de liberación, si crees que es momento de sacudir (o incluso incendiar) las cosas para transformarlas mientras tu cuerpo y alma son poseídos por la música, entonces en Ema encontrarás un excitante espejo.
Esta generación, que hace las cosas de manera radicalmente diferente y no tiene miedo de aplastar las convenciones, y que utiliza su pasión para prenderle fuego al mundo, se verá reflejada en Ema, mujer, bailarina y revolucionaria.