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¿Has sentido que no queda más por comer? Los alimentos inmiscuidos en la cadena de la producción y agricultura industrial están inmersos en el uso de agroquímicos, conservadores, sabores artificiales, ¿Qué hacer?
“Primero fue el azúcar. Y el mundo abrazó la sacarina. Pero luego la sacarina se reveló dañina y apareció la estevia. El aceite de oliva, saludable por el tipo de grasas que posee, fue una vez demonizado hasta que el de girasol le sustituyó como enemigo mortal.” Así comienza un interesante artículo reciente de El País.
Este texto devela una premisa que muy pocos medios tocan. Y es que, es verdad, pareciera que hay tendencias según la información científica en boga. Tampoco es tan extraño, cada vez vamos a ir descubriendo lo que es mejor para el organismo; y la información irá tumbando algunos mitos por otros… lo nocivo es que quizá se siembre una desesperanza respecto a la alimentación en general.
Fernando Rivera, de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), nos comparte una noción básica: más allá de cada uno de los ingredientes, lo que importa más es la mixtura final que integra tu dieta. En el informe reciente de la OMS donde las carnes procesadas se catalogan como cancerígenas la recomendación es comer solamente dos veces por semana este producto, no necesariamente causar la demonización por completo del mismo.
El equilibrio, como siempre, pareciera la mejor respuesta:
“No son tan importantes los alimentos concretos, que siempre deben ser de calidad y lo más frescos posibles, sino el patrón alimentario [la dieta]” apunta María Ballesteros, nutricionista y vocal de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Twitter de la autora: @anapauladelatd