El enamoramiento, uno de los grandes misterios del laberinto que representa la estructura compleja humana. Pero para comprender lo que sucede detrás de esta vorágine de sentimientos que se conjugan mientras uno asciende en espiral dentro del embelesamiento, hay que entender que no se trata sólo de un proceso mental. De hecho, el enamoramiento también es una consecuencia de una cascada de reacciones fisiológicas que se gestan en el cuerpo y que producen una serie de síntomas físicos.
Taquicardia, aumento de la presión arterial, euforia, insomnio, distracción y sudoración excesiva. Quien quiera que lea estos síntomas pensaría que bien podría tratarse de un colapso o de una reacción psicotrópica del cuerpo. Sin embargo, si se le conjuga la expresión de embelesamiento en el rostro ante la persona indicada, entonces uno puede percatarse de que no corresponden a los síntomas de una enfermedad, sino a aquellos que surgen en el enamoramiento. Pero entonces, ¿qué propicia que tales síntomas nos hagan sentir mejor que nunca? Es decir, el desajuste de sustancias en el cuerpo es más que evidente, pero esto no causa una sensación de malestar. Por el contrario, la sensación de estar vivo parece estar más presente que nunca.
La bioquímica del enamoramiento
Según los psiquiatras Donald F. Klein y Michael R. Liebowitz, existe un neurotransmisor que se encarga de poner en reacción el efecto dominó que comienza luego del primer chispazo. La feniletilamida pone en acción el proceso de locura y excitación propios de las primeras etapas del enamoramiento.
Al más mínimo estímulo proveniente de aquella persona, una caricia, la convivencia o una simple mirada, serán suficientes para que el cerebro se inunde de este neurotransmisor. El pulso se acelera, las pupilas se dilatan y de pronto el raciocinio ya no domina nuestras mentes. Sino que nos adentramos en una espiral y una vorágine de sensaciones.
Pero la feniletilamida no viene sola, esta es tan sólo el comienzo. La evolución bioquímica del enamoramiento es vital para que el sentimiento perdure. De lo contrario nuestro cerebro se acostumbraría rápidamente al coctel de sustancias neuronales y perderíamos el interés rápidamente. La dopamina viene a salvar esta situación.
El hipotálamo entonces entra en acción y genera grandes cantidades de dopamina que altera el cerebro produciendo un inmenso placer. Y es justamente este deleite el que genera una ceguera temporal, aunque claro que no literalmente hablando. Se refiere más bien a la idealización del individuo objeto de nuestro amor, que nos hace pasar desapercibida la situación con ojos objetivos. De esta manera el embelesamiento se vuelve todavía más fuerte y nos adentramos en una espiral sin salida.
Es tan fuerte el efecto de la dopamina que viene acompañada de noradrenalina, que se estimulan algunas regiones del cerebro que nos impiden sentir molestia alguna ante el frío, el hambre o incluso el cansancio. La serotonina comienza aquí su camino, la hormona de la felicidad nos hace sentir felices en el sentido más pleno. Estamos inmersos en un bienestar aparentemente duradero, todo parece estar perfectamente bien.

Farshad Soltani
La evolución del enamoramiento al amor
Sin embargo, la evolución debe estabilizarse en alguna de las etapas y eso viene tras la habituación de los síntomas. Conforme avanza el tiempo, el cerebro al estar sometido ante la segregación de la bioquímica del enamoramiento, se acostumbrará a sus efectos. En ese sentido, los efectos comienzan a disminuir lentamente, si se quisiera volver a sentir lo mismo entonces el cerebro necesitaría elevar las dosis de neurotransmisores. Pero esto no ocurre, ya rozaría en lo psicotrópico.
En cambio, el declive de la vorágine de emociones se hace evidente. De pronto, ya no es lo mismo y aquí es donde muchas parejas atraviesan una crisis. Sin embargo, hay una esperanza, esta bella historia puede culminar felizmente, aunque eso dependerá de la voluntad de los involucrados, claro. Mientras tanto el cerebro hará su trabajo para culminar con la evolución bioquímica del enamoramiento, de pronto el hipotálamo entrará en acción de nuevo, liberando grandes cantidades de oxitocina, la hormona del apego.
La oxitocina hará que el vínculo se cristalice y aumentará mientras más acercamiento exista. Los abrazos y en general las manifestaciones de cariño volverán más estrecha la relación. Así es como se evoluciona desde el enamoramiento hasta el amor. Una camino en el que la bioquímica y los síntomas juegan un papel sumamente importante, aunque hay que decir que el pensamiento no puede dejarse atrás. Todo se conjuga para lograr que las historias se entretejan de maneras inesperadas.