Existe una gran posibilidad de que no termines de leer este artículo. No es que sea muy largo ni muy difícil, sino que tu cerebro va a distraerse tarde o temprano.
Pero no te sientas mal: no es tu culpa. En promedio, revisamos nuestros teléfonos unas 150 veces al día (eso es cada 6 o 7 minutos). En un estudio publicado en la revista Scientific American se encontró que las salas de emergencias reportaron un aumento en la tasa de accidentes relacionados al uso de celulares, como chocar con un objeto mientras la gente va caminando (o conduciendo).
Y es que mientras lees esto, tal vez recibas una notificación o una llamada, o algo en tus alrededores necesite tu atención urgente. Tu memoria funcional se ocupará en otra cosa, y tu cerebro se sentirá ligeramente más cansado por tener que cambiar de tarea. Entonces te distraes, y lo que hace 1 minuto ocupaba tu mente, se ha evaporado.
Como dijimos antes, esto no es tu culpa: millones de años de evolución hicieron así a tu cerebro.
Cerebro de mono en un mundo de pantallas
¿Qué es la atención para nuestro cerebro? A nivel evolutivo, la atención es lo que permite dirigir nuestros sentidos hacia aquello que los estimula; a su vez, estos estímulos son recompensados por el cerebro con la liberación de una hormona llamada dopamina, que relacionamos con una sensación de placer.
El cerebro también nos “castiga” con impulsos de dolor cuando hacemos algo que atenta contra nuestra supervivencia, como pisar un cactus o comer alimentos en descomposición.
Nuestro cerebro animal tiene millones de años de experiencia a su favor, pero en el mundo moderno le exigimos que haga cosas que nunca jamás en la historia ha tenido que hacer. Aquí algunos consejos para mejorar tu atención y aprender cómo funciona.
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Recompensas cognitivas y primitivas
En su libro La mente distraída: Cerebros antiguos en un mundo tecnológico, el profesor de psicología Larry Rosen sugiere que la búsqueda de nueva información también está asociada al sistema de recompensa de dopamina.
Existen dos recompensas del sistema de dopamina, las cognitivas (como la satisfacción de terminar un trabajo escolar) y las primitivas, como saciar el hambre, la sed o el deseo sexual.
Pero según Rosen, “las mismas neuronas de dopamina procesan tanto las recompensas primitivas como las cognitivas”. El problema aparece porque la necesidad de buscar nueva información es más fuerte que la capacidad cognitiva para controlarla.
Es como si parte de nuestro cerebro tomara miles de fotos de todo lo que nos rodea, y tuviéramos que ordenarlas manualmente. Desde el punto de vista evolutivo, esto se explica porque el impulso de escapar a los peligros tiene prioridad frente a otro tipo de recompensas cognitivas, como labrar la tierra o escribir poemas épicos. A decir del profesor Rosen:
Nuestras habilidades de control cognitivo para llevar a cabo nuestras metas no han evolucionado a la par que las funciones ejecutivas para establecer tales metas. De hecho, las limitaciones fundamentales de nuestras habilidades de control cognitivo no son muy distintas de las observadas en otros primates, con quienes compartimos ancestros comunes durante millones de años.
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Clasificar e ignorar información
Nuestra atención funciona como una especie de radar que recorre una y otra vez nuestros alrededores buscando aumentar sus posibilidades de sobrevivir y reducir las fuentes de peligro y dolor. Pero nuestros sentidos captan mucha más información de la que podemos procesar.
Si decidimos enumerar todos los objetos azules a nuestro alrededor, nuestra mente debe reconocer y descartar los objetos verdes, amarillos, rojos, etc. Ahora imagina que, desde que naces, tu cerebro ha realizado este mismo proceso a cada momento. Pero si te pedimos leer en voz alta el nombre del color y no lo que dice, necesitas más energía cognitiva: rojo, azul, amarillo.
Hay personas que necesitan silencio absoluto para leer o dormir, y hay otras que estudian mejor o se sienten más estimulados cognitivamente con otras personas a su alrededor. Es posible que la música, por ejemplo, tranquilice a nuestro “radar” interno y nos permita hacer mejor uso de nuestra cognición. Algunos estudios indican que la música reduce la ansiedad hasta en un 50%.
El mito del multitasking
Multitasking quiere decir realizar más de una tarea a la vez. Se trata de una habilidad que muchos dicen poseer, pero que va en contra de la evidencia científica.
La investigación de Rosen reveló que, de hecho, al hacer más de una tarea a la vez, nuestro cerebro paga una “cuota” cognitiva al tener que cambiar la atención de una tarea a otra; además, nos toma más tiempo que si las hiciéramos por separado, y cometemos más errores. En palabras de Rosen:
si los dos objetivos requieren control cognitivo para llevarse a cabo, tales como retener los detalles de una escena compleja (memoria funcional) al mismo tiempo que vigilar el terreno buscando una roca (atención selectiva), entonces ciertamente van a competir por los recursos limitados de la corteza prefrontal.
Y no sólo eso, sino que cambiar entre una tarea y otra está asociado a la disminución en la precisión de las tareas, así como a un mayor tiempo de respuesta.
¿Sigues leyendo? ¡Felicidades!
Seguramente crees que tú eres el único ser humano capaz de realizar multitareas, ¿no? Tenemos malas noticias para ti:
se ha demostrado que la gente que cree que es buena haciendo multitasking tienden a ser quienes de hecho salen peor en las pruebas para multitasking, lo que lleva a los autores del estudio a concluir que ‘las percepciones de los participantes sobre sus propias habilidades de multitareas no tienen demasiado anclaje en la realidad’.
¿Qué puedes hacer para mejorar tu atención?
El ejercicio físico no sólo fortalece tu cuerpo, sino también tu mente. El estudio de Rosen sobre la atención mostró que los beneficios cognitivos de un programa de ejercicios aparecen incluso minutos después de terminar la rutina.
Otra medicina para tu atención es una buena noche de sueño. Sabemos las leyendas sobre Leonardo da Vinci y Napoleón dicen que dormían apenas un par de horas al día, pero esto no se sostiene en la evidencia empírica del resto de los mortales.
Sin embargo, el consejo más obvio para mejorar tu atención es simplemente ejercitarla.
¿Cómo? Una vía puede ser la meditación. En años recientes ha aumentado el número de investigaciones que indican que “las técnicas de meditación mejoran el control cognitivo, incluyendo la atención sostenida, velocidad de procesamiento y la capacidad de la memoria funcional”.
Los monjes budistas le han mostrado muchas cosas interesantes a la ciencia sobre el arte de la atención.
Parece de sentido común, ¿no? Ejercitarte, comer alimentos como yogur o aguacate y dormir bien, meditar un poco. Salir a caminar también es una buena idea, siempre y cuando lo hagas en la naturaleza. En un estudio de 2008 se descubrió que la memoria funcional obtiene un beneficio inmediato luego de caminar por la naturaleza, pero no después de caminar por la ciudad.
Y algo que puedes hacer para prevenir la distracción es igual de simple: reconocer y alejar las fuentes de distracción, especialmente cuando más lo necesites. Algunos cirujanos ponen música durante una operación, lo cual puede ayudarles a mejorar la memoria funcional, pero no tratan de resolver un crucigrama.
Si llegaste hasta aquí, ¡tu atención cognitiva es un ejemplo y una inspiración!
* Ilustración principal GIF: Sian Butcher/BuzzFeed