Los arrecifes de coral, que forman algunos de los ecosistemas más diversos de la tierra, están amenazados por la macroalgas. Pero de manera increíble estos enormes sistemas biológicos han desarrollado un mecanismo de protección en colaboración con unos peces. Un reciente estudio descubrió que la especie Acropora nasuta desprende una señal química que atrae a dos diferentes especies de peces gobios cuando están siendo atacados por algas marinas dañinas.
Los investigadores Marcus Hay y Danielle Dixson del Instituto de Tecnología de Georgia realizaron estudios en las islas Fiji para descubrir qué lo que le sucedía cuando el coral era agredido por los filamentos tóxicos de las algas. En tan sólo segundos, pequeños gobios aparecían, llamados por señales químicas, y se llevaban hasta el 30 o 40% de a masa de macroalgas, reduciendo el daño del ataque en un 70-80%. Los arrecifes de coral que no eran asistidos por lo gobios no tenían esta fortuna.
Esta relación simbiótica permite a los gobios alimentarse de la mucosa, el plankton y las algas en el medio ambiente del coral. Después de una análisis de muestras tomadas del agua cerca del coral y de las macroalgas, los científicos demostraron que “el coral está emitiendo algún tipo de señal o que atrae a los peces a remover las macroalgas que se le adhieren”. Es decir, los peces no responden a las alfa en sí, sino a las señales. “Estas interacciones positivas son deben de ser mejor entendidas ya que nos dicen algo sobre las presiones que han tenido que soportar los corales a través de los años”.
Existen otras especies que también se comunican entre especies, a través del lenguaje de la química para formar relaciones vitales para su subsistencia. Una de ellas es la planta del tabaco que también señaliza a algunos insectos para que le ayuden a defenderse de algunas orugas.