Tan sólo en México, el 95 por ciento de los popotes que se utilizan, no se reciclan; los cuales tienen un fuerte impacto en el medio ambiente: no sólo cada popote tarda al menos 100 años en degradarse, también afecta en el hábitat de aves marinas, mamíferos y tortugas marinas.
Ante la incomodidad de llevar un vaso a los labios, Harry Stevens creó el popote, sin embargo, ¿son realmente necesarios para la vida cotidiana? Existen razones como el video que te compartimos a continuación para reducir su uso hasta la extinción.
Para comenzar este proceso, Milo Crees, un niño de nueve años, comenzó un movimiento al que bautizó Straw Free –Libres de popote– al proponerle a los restauranteros que preguntaran a los clientes si querían uno de estos elementos en su bebida. Fue así que poco a poco, la entrega por default de los popotes se fue reduciendo poco a poco. Después, Crees llevó su iniciativa ante el Comité de Recursos Naturales y Energía de Vermont en búsqueda de apoyo y exposición nacional.
Ahora, esta propuesta llegó a México. En septiembre del 2015, el restaurante de chilaquiles Hijos del Maíz comenzaron la iniciativa imprimiendo en su menú un mensaje para informar a sus clientes sobre el movimiento #Antipopotes. El hashtag lo formó e impulsó el Grupo Pangea, del chef Guillermo González Beristain, a través de este mensaje:
#SomosAntipopote ¿Realmente necesitas uno? Por favor, ayúdanos a deshacernos de este invento contaminante y muchas veces inútil.
El objetivo de este movimiento es hacer un acto de conciencia en función de la microecología: si una persona utiliza 38 mil popotes durante su vida, el 97 por ciento de esa cantidad depende de los centros de consumo.
[Munchies]