Si bien, la bioluminiscencia es de forma natural en diversas plantas, la petunia bioluminiscente fue creada utilizando genes de hongos. Y es que, en las plantas, el ácido cafeíco ayuda en la construcción de las paredes celulares, pero en los hongos, se convierte en luciferina.
Inspiradas en organismos bioluminiscentes naturales, como insectos, vida marina y hongos, las petunias de Light Bio brillan cuando la luciferina, un producto de la enzima luciferasa, interactúa con el oxígeno.
Como si se tratara de un mundo de Avatar, la empresa Light Bio quiere que la gente experimente la magia y un futuro de planta bioluminiscentes, como resultado creo una flor de uso común que emite su propia luz verde neón por la noche o en ausencia de luz.
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Petunia bioluminiscente: un mundo más cerca de Avatar
“Creo que las cosas que brillan en la oscuridad despiertan un entusiasmo intrínseco”, opina Sarkisyan, bióloga sintética del Imperial College de Londres y una de las personas responsables de las petunias bioluminiscentes.
De acuerdo con la bióloga, en la actualidad nos siguen gustando las cosas que brillan en la oscuridad, nos parecen diferentes y nos permiten ver cosas cuando en principio no podríamos por nuestros propios métodos, de ahí que creciera el interés por crear plantas que pudieran tenerse en el hogar y recrearan el brillo en la oscuridad de la naturaleza.
Las plantas genéticamente modificadas producen un tono verde neón gracias a la adición de ADN de un tipo de hongo bioluminiscente llamado Neonothopanus nambi. “Estamos utilizando un sistema natural tomado de un hongo que suele encontrarse en los bosques tropicales y transfiriéndolo a las plantas”, explica Sarkisyan. Durante el día, N. nambi tiene un color marrón poco llamativo. Pero por la noche, brilla con un verde fantasmal, y eso es lo que se aprovecho para crear la petunia bioluminiscente.
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Se conocen unas mil 500 especies bioluminiscentes, entre bacterias, peces, medusas, gusanos, anfibios, artrópodos y hongos. La bioluminiscencia se produce de forma natural cuando el oxígeno reacciona con una sustancia llamada luciferina, con la ayuda de una enzima llamada luciferasa, para producir energía en forma de luz. El proceso es poco conocido en la mayoría de los organismos, excepto en las bacterias.
En 2018, Sarkisyan formó parte de un equipo internacional de científicos que identificó las enzimas en N. nambi que le permiten emitir luz. Dos años más tarde, describieron la inserción de los genes de esas enzimas en plantas de tabaco, que se utilizaron porque son fáciles de criar y crecen rápidamente. Las plantas resultantes emitían luz verde en sus hojas, tallos, raíces y flores.
Luego de saber esto, la experimentación con las petuneas comenzó, pero las plantas no podían brillar por sí solas. Había que rociarlas con una sustancia química especializada necesaria para producir la bioluminiscencia: la luciferina de las luciérnagas. Tiempo después, décadas más tarde, investigadores del MIT también produjeron plantas con esta sustancia química empaquetando las enzimas de las luciérnagas en unos materiales diminutos, llamados nanopartículas, que se utilizan como sistemas de liberación.
Gracias a esto, es que se logro modificar el código para poder lograr la duración de la petunia bioluminiscente. Si bien esta es una noticia emocionante para las 10 mil personas en lista de espera de Light Bio, existen preocupaciones de que las plantas bioluminiscentes puedan alterar los ecosistemas locales.
Sin embargo, Light Bio ha abordado estas preocupaciones, señalando que las petunias se cultivan típicamente en entornos controlados como hogares, negocios o jardines botánicos. En estos lugares, la iluminación artificial utilizada supera con creces la luz emitida por la petunia bioluminiscente.