Durante más de una década, el ajolote del Altiplano permaneció ausente de los registros científicos recientes, lo que encendió alertas sobre su posible desaparición local. Esta especie, altamente sensible a los cambios ambientales, parecía haberse desvanecido silenciosamente junto con la degradación de los cuerpos de agua que habita. Sin embargo, en 2025, un hallazgo en Querétaro confirmó que el ajolote del Altiplano no había desaparecido, sino que había resistido en condiciones específicas de aislamiento. Su reaparición representa un hecho relevante para la ciencia de la conservación en México y plantea nuevas preguntas sobre la relación entre actividad humana, agua y biodiversidad.
El ajolote del Altiplano y su papel en los ecosistemas
El ajolote del Altiplano, identificado científicamente como Ambystoma velasci, es un anfibio endémico del centro de México que habita arroyos, lagos y cuerpos de agua fría en zonas de bosques templados y pastizales. Su presencia es un indicador clave de la calidad del agua, ya que depende de condiciones ambientales estables para sobrevivir. Por esta razón, su disminución suele estar asociada a contaminación, urbanización y presión agrícola.

A diferencia de otras especies más estudiadas, el ajolote del Altiplano ha recibido menor atención científica, lo que incrementa su vulnerabilidad. La pérdida progresiva de su hábitat ha provocado que muchas de sus poblaciones desaparezcan sin ser documentadas, convirtiéndolo en una de las especies más amenazadas del país.
El hallazgo científico en Querétaro
El redescubrimiento ocurrió en el municipio de Amealco de Bonfil, Querétaro, gracias a un equipo de investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México. Durante muestreos sistemáticos, los científicos localizaron hasta 50 ejemplares del ajolote del Altiplano en un lago artificial utilizado para actividades agrícolas, ubicado en una propiedad privada con acceso restringido.
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— UNAM (@UNAM_MX) December 20, 2025
Este entorno, con mínima perturbación humana, permitió que la especie sobreviviera durante años sin ser detectada. Los investigadores analizaron parámetros físico-químicos del agua, como oxígeno disuelto, acidez, temperatura, conductividad y presencia de bacterias, además de evaluar la edad, sexo y estado de salud de cada ejemplar. Para su identificación individual, se utilizaron las manchas del costado izquierdo, que funcionan como marcas únicas comparables a huellas digitales.
Una especie “sombrilla” en riesgo
El ajolote del Altiplano podría funcionar como una especie “sombrilla”, un concepto clave en conservación que implica que al protegerla se resguarda también todo el ecosistema asociado. La preservación de su hábitat beneficiaría a otras especies acuáticas, vegetación ribereña y a la calidad del recurso hídrico en la región.

No obstante, los análisis revelaron un problema persistente: concentraciones elevadas de nutrientes y bacterias coliformes fuera de los límites permitidos. Esto confirma que la contaminación del agua sigue siendo una amenaza directa. La agricultura intensiva y el arrastre de contaminantes durante las lluvias afectan los cuerpos de agua donde el ajolote intenta sobrevivir, reduciendo sus posibilidades de expansión natural.
Conservación, agua y decisiones pendientes
La reaparición del ajolote del Altiplano abre la posibilidad de que la zona sea considerada Área Natural Protegida, lo que permitiría implementar medidas de conservación a largo plazo. Este tipo de designación no solo busca proteger a una especie, sino garantizar el equilibrio de sistemas acuáticos cada vez más presionados por actividades humanas.

El caso del ajolote del Altiplano demuestra que la biodiversidad puede persistir cuando existen refugios adecuados, pero también deja claro que la supervivencia no es indefinida sin cambios en la gestión ambiental. La reducción de contaminantes, el uso responsable del agua y la colaboración entre autoridades y productores locales serán determinantes para evitar que esta especie vuelva a desaparecer de los registros científicos.

El regreso documentado del ajolote del Altiplano no es solo un hallazgo biológico, sino un recordatorio del delicado equilibrio entre naturaleza y actividad humana. La especie sobrevivió durante 15 años fuera de la vista, pero su futuro depende de decisiones que se tomen hoy. ¿Será este un punto de inflexión para la conservación de los ecosistemas acuáticos del centro de México o solo una breve pausa antes de una nueva pérdida?




