Los pájaros son maestros del asombro. La anatomía de sus plumas nos fascina, su vuelo milimétrico nos hipnotiza, y su canto tiene la capacidad de tranquilizarnos. Nunca hemos dejado de estudiar a las aves, ya que tienen capacidades que nos siguen sorprendiendo: por ejemplo, la de guiar su vuelo a partir de las “brújulas” que tienen en los ojos.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo ve un pájaro el mundo?
Estos seres alados pueden percibir rayos ultravioleta. Contrario a nosotros, que sólo tenemos tres células fotorreceptoras en la retina para captar ondas de luz que se convierten en los colores azul, rojo y verde, los pájaros tienen cuatro de estas neuronas oculares. Esto les proporciona la capacidad de percibir rayos ultravioleta.
Para saber por qué ha evolucionado así la mirada de los pájaros y otras especies, un equipo de investigadores de la Universidad de Lund, en Suecia, diseñaron una cámara para capturar imágenes de la vegetación tal y como las vería un ave. La cámara recrea la sensibilidad espectral de distintas especies de pájaros, lo que permitió a los científicos comparar distintas miradas y sus variantes: por ejemplo, entre células que captan ultravioleta y violeta, y generando otra serie de imágenes de vegetación captadas en azul, verde y rojo.
Así, los investigadores descubrieron que la visión UV de las aves les permite ver mejor los contrastes de la vegetación. Dan-Eric Nilsson, profesor del Departamento de Biología de la Universidad de Lund, lo explicó de la siguiente manera:
Lo que parece ser un desastre color verde para los humanos, consiste en hojas claras y fácilmente distinguibles para los pájaros. Nadie sabía esto hasta que se realizó este estudio.
Esto le sirve a los pájaros para poder ver mejor entre las frondosidades de sus hábitats, que suelen ser selvas y bosques tupidos y oscuros; para que los pájaros puedan sobrevolarlos y encontrar comida, necesitan percibir los rayos ultravioleta que se irradian de las hojas.
Saber esto no sólo nos ayuda a comprender mejor la evolución de los pájaros y su mirada, sino que también es un ejercicio de empatía necesario para comprender a cualquier otro ser. Y qué mejor si es uno que nos encandila tanto como las aves.
* Imágenes: 1, 2) CC; 3, 4) Universidad de Lund