Actualmente, las historias del manejo forestal comunitario se extienden con fuerza por todo México, pero en Durango, desde hace tiempo ha crecido de forma extraordinaria un activismo. El nacimiento de la Unión de Ejidos y Comunidades Forestales Emiliano Zapata se dio hace más de 3 décadas.
Don Andrés Carrera es un ejidatario que decidió asumir la conservación de grandes áreas de bosques. Al día de hoy, su proyecto forestal se ha consolidado y protege de forma sustentable los bosques del noroeste de Durango.
Cortesía de UCDFI Topia, S. C.
Así como don Andrés, miles de comuneros y ejidatarios se han convertido en pioneros del manejo forestal comunitario. Consolidan empresas, proyectos y escuelas que transmiten el conocimiento, aprovechamiento y respeto de la tierra y sus recursos. La historia de Durango es una de varias, en México el manejo forestal comunitario está en pleno crecimiento. El país es una referencia para el resto del mundo en el tratamiento de las zonas naturales, y todo gracias a estas comunidades.
El 60% de los bosques del país está en manos de ejidos y comunidades. Con una vasta experiencia y una relación única con el entorno, estas operaciones comunitarias permiten revertir los efectos de la sobreexplotación. Al mismo tiempo que se mitiga la crisis climática, las comunidades reciben beneficios económicos y logran establecer un sistema que ayuda al clima y a los habitantes. Pero detrás de todo este esfuerzo hay muchos obstáculos que cruzar.
Conafor
También en Ecoosfera: Comunidades indígenas al frente de la lucha contra la crisis climática
Los obstáculos que enfrenta el manejo forestal comunitario
Así como estos proyectos impulsan la participación de la comunidad, el reconocimiento de la propiedad colectiva de la tierra, etc., también hay aspectos negativos. A pesar de las virtudes de cada modelo forestal, hay presiones desde distintos flancos que amenazan la estabilidad de las comunidades y su trabajo.
El crimen organizado es el principal factor que ha obligado al cierre de algunas empresas forestales comunitarias. En Jalisco y Guerrero las comunidades han enfrentado serios ataques y, con el abandono del gobierno, es complicado mantener el frente. Para otros, los trámites son el obstáculo más grande: el gobierno se niega a reconocer la propiedad de las zonas y el manejo comercial de los recursos.
Anónimo
Al mismo tiempo, la madera ilegal invade los mercados y es difícil competir con precios injustos. A eso hay que sumar otras amenazas, como la presión de las industrias agrícolas y turísticas. Ya no quedan zonas intactas, al igual que sucede con la explotación minera. Por sí sola, la minería afecta al 42% de los núcleos agrarios forestales del país.
Por si esto fuera poco, la pandemia por el nuevo coronavirus es otro enemigo silencioso. El sector forestal colapsa a medida que las actividades se suspenden por el virus. El pronóstico de recuperación se ha proyectado a mediados de 2021, pero mientras tanto algunas empresas forestales deberán desaparecer.
El panorama no luce nada favorable para el manejo forestal comunitario. Sin embargo, aun con todos estos obstáculos a la vista, las comunidades siguen produciendo con fuerza. El camino no está perdido y mientras este sistema crezca, México seguirá teniendo la oportunidad de ser pionero en la protección de los bosques y el medioambiente.
Conafor