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Es clara la tendencia generalizada de quitar cualquier tipo de obstáculo para beneficio del proyecto minero o energético, pues nada parece tener la misma importancia y actualmente constituye la prioridad nacional. Esto se puede ver claramente ante el debilitamiento estructural y operativo que sufre la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) como institución. Esto nos podría llevar a pensar que el gobierno federal actual ignora lo que es una agenda ambiental y desconoce el significado de biodiversidad, conservación y patrimonio biocultural. Pero habría que tomar distancia, dar un rodeo, para captar lo que esta tendencia nos está dejando ver. ¿Será que el proyecto desarrollista y productivista nunca se fue y ahora se hace presente de manera salvaje?
En la década de los setenta cuando el movimiento ambientalista contraponía ambiente vs crecimiento se hacía manifiesto el problema profundo de la degradación ambiental. Unos años después con la llegada del desarrollo sustentable, se enmascararon las causas más profundas de la crisis ambiental. La lucha ambientalista que empezó como un reclamo genuino, hoy se ha mezclado y corrompido tanto que ya no la podemos distinguir. Muchos ambientalistas se unieron a las estrategias de la gestión económica del ambiente, se unieron a las filas del gobierno, crearon instituciones y pensaron que esa era la vía adecuada. La CONANP es resultado de la visión idealista, ingenua y ambiciosa de los ambientalistas. ¿Alguien ha salido al rescate de la CONANP? Quienes optaron por esa vía, quizá se han convertido en lo mismo a lo que se oponían y hoy están atados de manos para denunciar lo que viven en carne propia.
A finales de la década de los ochenta y principios de los noventa se presentó el mayor incremento de superficie incorporada al régimen de área natural protegida (ANP). En este periodo se crea la modalidad mexicana de reserva de la biosfera, la cual busca integrar la conservación y el desarrollo social de los habitantes del ámbito rural. A finales del siglo XX se consolidó la capacidad del Estado mexicano para manejar y atender estas zonas e inició un conjunto de procesos de gestión incentivados por un incremento de financiamiento a la institución: la contratación permanente de personal para realizar la vigilancia de las ANP, favorecer esquemas de participación social y la aplicación de instrumentos de planeación para llevar a cabo acciones dentro del marco jurídico que establece el decreto, dieron como resultado que la CONANP se constituyera como un órgano desconcentrado y sectorizado en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Actualmente la CONANP es una institución que refleja la consolidación de una agenda ambiental nacional, por lo que su desmantelamiento representa un retroceso histórico en materia de política ambiental. El decreto de un sitio como Área Natural Protegida no asegura su adecuado manejo porque depende de factores complejos e intereses opuestos. Por ejemplo, los cada vez más frecuentes conflictos socio-ambientales están acompañados de una violación sistemática de los derechos humanos, la expropiación del territorio, la exclusión de la participación de los pobladores locales, gravísimos impactos ambientales y del menosprecio de las opiniones de organizaciones de la sociedad civil y de científicos parecen estar en sintonía con el debilitamiento actual de la CONANP y la SEMARNAT. Es más fácil imponer megaproyectos voraces cuando se tienen instituciones débiles que no representan ningún contrapeso real.
Hoy, la fortaleza de las instituciones ambientales de este país está en peligro por la escasa formación y la falta de experiencia de quienes las dirigen, así como por el poco interés y la carencia absoluta de una agenda ambiental por parte del gobierno federal. Esto alimenta la acostumbrada e irreflexiva visión de que el patrimonio biocultural representa el obstáculo a vencer para la imposición de un concepto equivocado de desarrollo.
Publicado en Animal Político
Twitter del autor: @FerCordovaTapia
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Fernando Córdova Tapia es Candidato a Doctor en Ciencias por la UNAM, coordinador del Grupo de Análisis de Manifestaciones de Impacto Ambiental de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (GAMIA/UCCS) y coordinador académico del Laboratorio de Restauración Ecológica del IBUNAM.