Y tú, ¿qué haces con las cápsulas de Nespresso o Dolce Gusto de Nestlé? Si bien ambas empresas presumen de utilizar un programa de desarrollo ecosustentable, la realidad es que sus productos –o al menos sus desechos– continúan generando un significativo impacto en el medio ambiente. Por ejemplo, tan sólo en Francia, se desechan 5 millones de cápsulas al día –lo que equivale a 1,3 miles de millones de euros–.
Se calcula que cada taza de café preparada con estas máquinas emiten 82 gramos de CO2, la cual se encuentra en un residuo de aluminio no reciclable. Es decir que aún si el consumidor se encargue de abrirla, vaciarla y llevarla al contenedor indicado, la cápsula de aluminio o de plástico polipropileno continúan ejerciendo un impacto ecológico a un largo plazo.
Como respuesta, Nestlé promovió un ecodiseño que reduzca la generación de residuos y se puedan separar de forma sencilla todos sus componentes para ser reutilizados o reciclados. En consecuencia se ha inventado una sofisticada alternativa ecosustentable, y que, sin embargo, empeora el sistema existente pues no brinda una solución con el desecho de la cápsula después de haber preparado el café. Según Ecoembes, “aunque el consumidor se tome la molestia de vaciarla y tirarla al cubo amarillo, es difícil que sea reciclada debido a su pequeño tamaño.” Si bien la Nespresso da la posibilidad de devolver las cápsulas de aluminio, la realidad es que se recupera muy poca cantidad del total productivo.
Pocas ONG’s, como Solidar, han intentado ejercer un cambio que reduzca el efecto de este tipo de cápsulas en el medio ambiente reuniendo firmas para presionar al monopolio así como a las autoridades gubernamentales. Mientras que figuras de redes sociales se encargan de brindar una doble vida a estas cápsulas; como por ejemplo, las que te compartimos a continuación: