Xochimilco, el nido de la cultura y el color en México. Reconocido como el punto turístico de las flores y la naturaleza, este sitio se consagra como la residencia de la cultura mexicana. Sin embargo, un intrincado vecindario que flota sobre el agua es la joya de este lugar. Con 160 hectáreas de cultivo, los jardines flotantes aztecas son la herencia de una civilización que practicaba la alimentación sostenible que ahora se conocen como chinampas.
Distinguidas por el nombre de chinampa, el cual proviene del náhuatl chinampan que significa “en la cerca de cañas”, estas tierras fértiles y flotantes son el legado de una iniciativa de alimentación sostenible que en ese entonces no se reconocía como tal.

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Se dice que para los aztecas las chinampas fueron la oportunidad para recuperar la tierra cultivable en medio de un vasto lago. Al día de hoy, en los jardines flotantes aztecas de lo que hoy es Xochimilco se observan tallos de maíz, lechugas, árboles ahuehuetes y bambú.
La vegetación se extiende de forma extraordinaria, como si estuviéramos descubriendo el país de las maravillas comestibles y naturales. A los lados de estas tierras flotantes se encuentran los chinamperos, aquellos que labran la tierra y riegan el cultivo.

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Por todos lados surge un aroma de hierbas frescas y bucólicos humedales, el cual fácilmente se impregna en los sentidos. Pero, más allá del asombro natural que implican estos jardines, su existencia tiene un propósito valioso para sus habitantes.
Chinampas que alimentan una cultura
En el siglo XV, los aztecas tomaron cañas y estacas para dar origen a estas cercas submarinas. Una de las claves de su éxito es su ubicación en el lago poco profundo, además de la imprescindible unión entre la tierra y el barro para dar forma a dichos cuadrados de cultivo.
Con el paso del tiempo las chinampas se transformaron, algunas se usan y otras ya no, pero a pesar de ello en este ambiente se percibe la esencia de una cultura inmortal. Sobre todo, con la llegada de la pandemia en muchos de estos sitios la falta de alimentos se hizo visible.

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Entonces, como una cura ancestral que llega para sanar con sabiduría, las chinampas renacieron para muchos de los oriundos. Los grandes alimentos industriales quedaban relegados y un renovado interés por la tradición agrícola despertó.
Los alimentos frescos, naturales y tradicionales volvían al interés del público y al de los dueños de estos jardines flotantes aztecas. Hubo una reconexión con las raíces prehispánicas, con el arte de la alimentación sostenible y verdaderamente orgánica.

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Es la mezcla de la fertilidad del suelo, los antiguos saberes, los obstáculos del presente y las ganas de salvar el patrimonio cultural lo que mantiene a las chinampas como uno de los más valiosos legados de México.
Dentro de estos corredores de agua y vida, la naturaleza y agricultura florece. Desde la base están los árboles como el ahuejote que sostienen la chinampa, después de la tierra y el agua que la nutre y entonces el frijol, la calabaza y los chiles mantienen a su vez el nitrógeno en el suelo, la sombra necesaria y la protección para el suelo.

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En cada chinampa todo trabaja como una simbiosis extraordinaria. Los procesos de modernización sin duda nos han alejado de estas técnicas sostenibles de supervivencia, pero es fascinante considerar que todavía hay rincones donde los jardines flotantes aztecas siguen con vida y con un futuro prometedor.
Imágenes: Circular Water Stories