Cada bosque del planeta es legendario por una razón. La Amazonia por su inmenso río y su basta diversidad, la Cuenca del Congo por ser el corazón de África más verde o bien el bosque de Borneo. Mejor conocido como el Parque Nacional de Tanjung Puting (en la isla de Borneo, Indonesia), este bosque resguarda a una de las más extensas colonias de orangutanes del mundo, así como un masivas plantaciones de aceite de palma.
Compuesto por más de 415, 040 hectáreas de tierras, manglares, bosques costeros, playa y otros bosques secundarios, Borneo es el paraíso verde en Indonesia. Con una población rica de orangutanes y elefantes pigmeos este lugar es el símbolo de un oasis natural.
Sin embargo, como todo edén existente en la Tierra, parece estar sometido a distintas amenazas. Tal como cielo, también existe el infierno y en el bosque de Borneo las tinieblas se visten de masivas plantaciones de aceite de palma.
La llegada del aceite de palma, una condena para el bosque de Borneo
En los supermercados y distintas tiendas el aceite de palma se viste como la crema o cobertura de un delicioso chocolate, también puede ser una galleta, mantequilla o un pastel. Tal vez también tome forma de frituras o bien como un producto de belleza.
A nuestros ojos el aceite de palma es casi imperceptible. Los últimos años se ha vuelto famoso, bajo la etiqueta de un aceite de origen vegetal su consumo puede elevarse gravemente, pero ¿para quién? Desde la gran demanda del aceite de palma en la industria alimentaria, de belleza y limpieza, las plantaciones de este producto se convirtieron en la primera amenaza de los bosques que habitan la isla de Borneo.
La pérdida de bosques por la expansión de las plantaciones alcanza hasta los 2.4 millones de hectáreas. En la parte de Borneo en indonesia al aceite de palma representa un 35% de las pérdidas y en Malasia alrededor del 46%.
Considerando que Indonesia y Malasia producen cerca del 85% del aceite de palma del mundo es casi natural e irreversible que los bosques no sientan un impacto. Las plantaciones industriales se observan en todo el horizonte, como si no tuvieran final.
Una fauna acorralada que paga un alto precio
Dicen que “no ver es no creer” y el bosque de Borneo silenciosamente se desintegra ante el consumo capitalista. Apenas en 2018 la zona de plantaciones de palma revelaba el duro escenario para la fauna que se debate entre la vida y la muerte por uno de los productos más consumidos en el mundo.
Los cadáveres de orangutanes yacen a unos cortos pasos de las plantaciones, las marcas de tortura y violencia hacen visible el acaparamiento humano. En 2016, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza había clasificado a los orangutanes de Borneo como una especie en peligro crítico.
No obstante, esta medida no ayudó en mucho. El mundo entero se ha silenciado ante la violencia y destrucción del bosque de Borneo. En 2020 se estimó una presencia de 104,700 orangutanes, un escenario apabullante considerando en 2007 había más de 230,000.
El hábitat de los orangutanes del bosque de Borneo se ha reducido en más de un 80% por el aceite de palma. Las nieblas de humo de quemas cruzan todas las fronteras naturales y terminan por intoxicar a todos los seres a su alrededor.
Al día mueren 25 orangutanes en el bosque de Borneo por distintas razones. Está en nuestras manos cambiar el destino de estas especies y sus hábitats. Urgimos a las empresas y sociedades a acabar con las fuentes no sostenibles de aceite de palma y reconocer que evitar el consumo de estos productos es el primer para paso para rehabilitar los bosques y su fauna.