El estudio de Costantin y sus colegas revela que ya existían galaxias o hermana gemela a la Vía Láctea hace 11.700 millones de años. El año pasado, durante sus vacaciones, un astrofísico descubrió la galaxia ceers-2112, que por increíble que parezca es una “hermana gemela” de la Vía Láctea, la galaxia en la que vivimos.
El experto afirma que este descubrimiento es como ver nuestra galaxia pero atrás en el tiempo. Según una entrevista con El País, el científico explica que en verano del año pasado encontró nuevas imágenes tomadas por el telescopio espacial James Webb y, digamos para pasar el tiempo, se puso a observar galaxias y a clasificarlas. Hubo una que le llamó la atención.
Las estrellas de ceers-2112 poseen una masa total equivalente a 3.900 millones de masas solares, unas dimensiones que encajan con las simulaciones de cómo era la Vía Láctea por entonces. La Vía Láctea, como otras galaxias espirales del universo cercano, posee en su región central una estructura alargada en forma de barra. El telescopio espacial Hubble, lanzado en 1990 y primitivo en comparación con el actual James Webb, permitió estudiar hace 15 años unas 2.000 galaxias similares.
Leer más: Las estrellas fugaces realmente existen y viajan a hipervelocidades
La historia de cómo encontraron una hermana gemela de la Vía Láctea
La edad actual del Universo es de más o menos 13 mil 800 millones de años y hasta ahora los científicos pensaban que galaxias espirales como la nuestra, la Vía Láctea, no habían nacido hasta que el Universo tenía la mitad de su edad actual, poco más de 7 mil millones de años.
Esta investigación demuestra que ya existían galaxias similares a la nuestra hace 11 mil 700 millones de años. La galaxia en cuestión se llama ceers-2112 y la catalogan como una gemela de la Vía Láctea. Es decir, tiene una estructura espiral barrada y la misma masa que nuestra galaxia debió de haber tenido en ese instante del Universo.
La cosa es que el brillo que el telescopio captó desde la Tierra de esta galaxia, es una versión del pasado. Las distancias en el espacio se miden en años luz, digamos, el tiempo que la luz tarda en recorrer cierto tramo. Lo que vemos ahora en el cielo es el brillo de cuerpos celestes que apenas nos está llegando, la luz que viajó por muchísimos años a través del espacio.
Los intentos de reconstruir la historia de formación y evolución del Universo
El estudio de la estructura de las galaxias a distintas distancias (es decir, a distintas edades del Universo) permite a los científicos asomarse a la historia de la formación y evolución de la Vía Láctea.
Por ejemplo, en el Universo cercano la mayoría de galaxias espirales, como la nuestra, tienen una estructura alargada en forma de barra en sus regiones centrales. Es decir, galaxias espirales que tienen una banda central de estrellas que abarca de un lado a otro de la galaxia, en forma de barra.
Los modelos teóricos apuntaban hasta ahora a que las condiciones físicas y dinámicas del Universo primitivo, el lejano, no permiten o retrasan la formación de barras en las galaxias más jóvenes. Y es que las barras galácticas tienen un papel fundamental en la evolución de las galaxias. Permiten la mezcla de elementos, lo que a su vez es indispensable para la formación de estrellas.
Los investigadores de este estudio explica que hasta ahora creían que las galaxias barradas parecidas a la Vía Láctea son comunes en el Universo cercano pero extremadamente raras cuando observamos más lejos, más atrás en el tiempo. Lo que ha traído el telescopio James Webb son imágenes profundas y nítidas que demuestran que el Universo lejano no es exactamente como los científicos pensaban.