Un perro no concibe los objetos como nosotros lo hacemos, pero cada uno va haciéndose de algunas posesiones personales que significan tanto para ellos como podrían significar para nosotros. Además, como la fotógrafa Alicia Rius quiso destacar en la serie A dogs life, los objetos que los perros poseen a lo largo de sus vidas conforman su identidad.
A dogs life es una original indagación en aquello que los ‘efectos personales’ dicen sobre la personalidad de los perros, todo captado en una sola y expresiva imagen. El resultado es divertido e invita a reflexionar sobre los perros como seres complejos, que tienen sus propias filias y fobias.
Pero adicionalmente, y aunque ese no es el objetivo original de Rius, nos hacen pensar en lo que consume nuestro perro en términos de recursos. Esto puede verse en toda su magnitud en las fotografías de Rius:
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Aquí el perro de tipo “princesa” en la serie
A dogs life
que, como puede apreciarse, tiene acceso a más cosas de lo que lo tienen millones de personas en el mundo.
Según un estudio de la Universidad de California, los perros y los gatos son responsables de hasta un 30% del consumo de carne en Estados Unidos.
Sin embargo, escasean los estudios sobre el impacto que tienen las mascotas para el planeta. Pero no es difícil adivinar que la huella ecológica que dejan los perros es enorme, no sólo por lo que comen, sino por los objetos de los cuales hacen uso.
Desde los accesorios que usamos para su aseo, los collares y correas para pasearlos, pasando por las camas para que duerman, sus juguetes y hasta las bolsas de plástico para recoger sus heces: todo debería ser tomado en cuenta en índices que recogieran lo que la parafernalia canina implica para el planeta.
Pero según la investigación de Brenda y Robert Vale, una pareja especializada en viviendas ecológicas y autores del libro ¿Hora de comerse al perro? La guía real para una vida sostenible, el mantenimiento de un perro mediano deja una huella ecológica superior a la de un vehículo 4×4.
Es evidente que la conciencia ambiental tiene que irradiarse a tal grado que se pueda proponer y fomentar una vida sustentable en los perros, algo que depende de nosotros, más que de ellos.
Generar, por ejemplo, una industria de comida orgánica para perros que sea amigable con el ambiente sería un compromiso no sólo con la salud de nuestros perros, sino con la del planeta.
Eso, y dejar de hacer a nuestros perros consumidores de objetos innecesarios, es una tarea urgente si queremos seguir compartiendo la vida –y el mundo– con ellos.