La diferencia entre felicidad y placer tal vez parezca sutil, pero en términos químicos es gigantesca. Esta es la causa por la que los teléfonos inteligentes causan adicción.
De acuerdo con la Universidad Autónoma de México (UNAM), la felicidad es un estado mental. Esta emoción es satisfactoria e influye en la calidad de vida, dando una sensación de bienestar, plenitud y realización personal que originan la llamada alegría de vivir.
Los investigadores Luis Alejandro Nagy y Jorge Luis Cortés señalan que también hay una correlación entre los niveles más altos de felicidad y un mayor volumen de materia gris en una región del lóbulo medio parietal, el precúneo, en el cerebro, que representa el “yo” mental, el procesamiento de la información consciente, el razonamiento social y la memoria episódica.
Por otro lado, según el psicólogo, Jesús Matos, experto en gestión de la tristeza, para dotar a nuestra vida de felicidad la clave es alimentarnos tanto psicológica como físicamente. La serotonina y las endorfinas se revelan como las sustancias claves susceptibles de generar las sensaciones de felicidad, bienestar, relajación y descanso y, en relación con ello, este psicólogo reflexiona sobre la vinculación entre los alimentos y la felicidad.
Nuestra afición por los teléfonos afecta nuestras relaciones personales
Un estudio liderado por la doctora Nancy Etcoff, experta de la Universidad de Harvard en el comportamiento mente-cerebro y en la ciencia de la felicidad, reveló que muchos usuarios anteponen el uso del teléfono móvil a las relaciones con sus seres queridos. Los resultados más alarmantes se encuentran entre las generaciones más jóvenes.
Comprar un auto nuevo, un teléfono inteligente de última generación o una casa más grande podría dar la impresión de que con dinero consigues la felicidad, pero tu cerebro sabe que esto es falso. El dinero podrá provocarte algunos placeres, pero la felicidad proviene de otro lado. Si esto te causa confusión, no te preocupes: no eres el único.
La tecnología es una falsa dopamina
No en vano el consumismo nos ha condicionado a comprar para generar dopamina, y nos ha convencido de que estar a la última moda y satisfacer el hambre con nuevos menús en restaurantes caros es la felicidad.
Pero, a través de las feromonas, el cerebro puede reconocer la diferencia entre una sensación placentera y felicidad genuina.
La tecnología se ha vuelto la nueva dopamina, al menos aparentemente, porque todo lo que acelera y eleva artificialmente esta hormona en el cerebro puede detonar una adicción. Y debes saber que la adicción al celular es exactamente como la adicción al alcohol o a estupefacientes, y es una enfermedad del cerebro.
En la imagen a continuación podrás ver la obvia diferencia en la irrigación que se produce en el cerebro entre uno y otro estado de ánimo.
Como puedes ver, la serotonina “riega” más áreas del cerebro cuando se trata de felicidad (toca hasta 14 receptores distintos), mientras que la dopamina sólo toca cinco receptores.
La adicción e hipervigilancia del teléfono inteligente proviene de que sus apss y las redes sociales están diseñadas para que nunca estemos satisfechos.
¿Cuál es el antídoto para esto? Pon fuera de tu alcance el teléfono y limita las alertas; pero, sobre todo, relaciónate con gente de verdad y establece vínculos en tiempo real, en lugar de estar sumido en la pantalla.