De acuerdo con las investigaciones de Barbara Fredrickson, una de las principales exponentes de la psicología positiva, las buenas experiencias cambian lo que somos y nos llevan a una mejor versión de nosotros mismos. La investigadora sugiere que al compartir de manera genuina con otro ser vivo, suceden conexiones —micromomentos— que nos transforman a nivel celular.
El impacto de las buenas experiencias, a causa de las emociones positivas, repercute en todos y cada uno de los aspectos más relevantes de tu vida: socialmente, psicológicamente, en la salud física, en el bienestar emocional e inclusive en la significación de tu existencia.
La ciencia más avanzada ha comprobado que las células no siguen un camino predeterminado en nuestro ADN. El crecimiento y desarrollo celular tienen un vínculo muy fuerte con nuestras emociones: ellas son las que básicamente nos dan el tipo de vida que queremos tener.
En las investigaciones clínicas que realiza la doctora Fredrickson, una de las técnicas que utiliza está basada en el análisis de la reactividad en el sistema nervioso autónomo y los músculos faciales de las personas. Algunos de los resultados del impacto que las emociones positivas tienen en el estado físico de las personas son: la reducción de dolores de cabeza, dolores de estómago y la variabilidad del ritmo cardíaco.
Socialmente, estas emociones nos brindan la capacidad de permanecer en el presente y sentir cercanía y confianza, lo que nos lleva a mejorar las relaciones con los demás.
Pero estos son sólo destellos del inimaginable poder de compartir buenas experiencias. La primera verdad, es decir, el principio fundamental de esta dinámica, es algo que rompe con el entendimiento histórico de uno de los conceptos en los que la mayoría basamos nuestra existencia.
Ese fruto esencial que resulta del compartir buenas experiencias con otros es el amor. No lo dudes, científicamente está comprobado: el amor te hace mejor persona. Al parecer, la psicología positiva es la pieza que faltaba para ayudarnos a entender lo que es el amor.
¿Por qué las emociones positivas importan?
Fredrickson descubrió, en los más de 20 años que ha dedicado a la investigación de las emociones positivas, tres efectos secuenciales que estas emociones generan:
* Ampliación: Expanden las tendencias de pensamiento y acción.
* Construcción: Debido a la ampliación, se generan recursos personales que nos preparan para afrontar situaciones difíciles.
* Transformación: Esta construcción nos lleva a ser más creativos. También nos hace más sabios porque existe un conocimiento más profundo de las situaciones.
En conjunto, estos efectos nos llevan a experimentar nuevas emociones positivas, entre las que se encuentran: alegría, inspiración, serenidad y gratitud.
¿Cómo lograr emociones positivas?
En primera instancia, siente alivio, no depende sólo de ti. Sentir amor o cualquier emoción no es un logro individual, como la autoayuda te ha hecho creer. Desde esta perspectiva científica, la felicidad y el sufrimiento que experimentamos no dependen de uno mismo — Fredrickson lo explica en su modelo de ampliación y de construcción de emociones positivas—.
A través de la observación, encuestas, mediciones fisiológicas y experimentación en prácticas como la meditación, Fredrickson encontró que estamos muy desorientados sobre el amor. El imaginario colectivo coloca al amor como un evento que sucede una vez en la vida y en el que se encuentra a una persona especial.
Una visión bastante limitada, ¿no lo crees?
Algo que se olvida sobre el amor es que se trata de una emoción y que las emociones son fugaces. Suceden en el lapso de micromomentos cuando compartes un sentimiento positivo con otro ser vivo.
Una bella danza biológica se desarrolla a medida que sonrisas, gestos y posturas se muestran en espejo uno al otro, entran en sincronía. Cuando realmente estás conectado con alguien tu ritmo cardíaco se sincroniza, tu bioquímica, hasta tus disparos neuronales.
En esta redefinición del amor no existe el amor incondicional. Una emoción positiva sucede al mismo tiempo en dos o más cerebros y cuerpos que crean una resonancia momentánea de buen sentir y buena voluntad.
Otro de los asombrosos resultados es la suerte predictiva en la que una persona languidece o florece. Experimentar emociones positivas está relacionado con el envejecimiento celular y la longevidad.
¿Cómo podemos hacer para experimentar más de estos micromomentos?
Nos olvidamos que somos universos complejos y extraordinarios, compuestos por células y tejidos vivos que cambian en relación a nuestros hábitos de conexión. Aunque el amor es posible, no sucede por capricho.
Así como se incluyen frutas y verduras en la dieta diaria para tener una vida saludable, también hay que incluir micromomentos.
Compartir es un reconocimiento mutuo, y es necesario en una conexión sensorial en tiempo real. Nuestros sentidos necesitan estar involucrados para que sucedan los micromomentos, principalmente la vista y el oído.
Además, esta conexión sucederá cuando uno se abre, es uno mismo, sincero, pone atención y escucha al otro; lo escucha en las cosas que importan en la vida y que dependen de lo que el prójimo ofrece, su perspectiva, su sentir y su vulnerabilidad.
* El contacto visual es el camino clave para compartir e intercambiar nuestras emociones. Nos ayuda a construir puentes entre nosotros.
* Sonreír. En su libro Amor 2.0, Fredrickson distingue la función de la sonrisa —sincera— como el estímulo principal para crear estos micromomentos que nos dan un sentido de confianza, compromiso y lealtad.
Si no puedes tener contacto visual, estas conexiones también se logran cuando nos comunicamos por teléfono. Hay mucha información que se comparte con nuestra voz.
Una de las condiciones para que ocurra esa transformación que nos lleva a convertirnos en mejores personas es la acumulación de estos micromomentos en el tiempo.
¿Pero qué son los buenos momentos?
El objetivo de la psicología positiva no es la negación de los aspectos angustiantes, desagradables o negativos, ni hacer una versión soportable de la vida.
Compartir buenos momentos, para Fredrickson, sucede con emociones positivas, con sentimientos positivos, y muchos de ellos ocurren también en los momentos más difíciles de nuestra vida.
Al abrazar a tu vecino cuando está pasando por un momento difícil puede que no encuentres una relación con las emociones positivas. Las primeras emociones que experimentarás serán dolor, compasión y preocupación. Pero después ocurren los buenos sentimientos, los que nos vinculan. Un micromomento sucede cuando alguien te escucha e intenta entenderte.
El sufrimiento y la alegría son innegables en nuestra vida. Pero es cuando sufrimos y nos enfrentamos a dificultades cuando nos conectamos todavía más con los demás y nos hacemos capaces de salir adelante y tener resiliencia.
La bondad implícita en nuestra conexión es opcional, uno elige qué tipo de vida quiere vivir. Es un regalo de la naturaleza, como la luz solar para el suelo y la tierra que da vida a las plantas.
Para obtener los beneficios que resultan de estas conexiones hay que tomar algunos riesgos: estar abierto, ser vulnerable y ser tú mismo. La recompensa de dar y recibir al sonreír de manera genuina a cualquier persona que te mira de frente mientras caminas a cualquier lugar que vayas es enorme.
Cada interacción nos construye. Hay que poner atención verdadera en cada una de las interacciones que se tienen. Todos los días son una oportunidad para experimentar el amor.
Barbara Fredrickson es doctora en psicología social por la Universidad de Stanford. Es profesora distinguida de psicología en Kenan y directora del Laboratorio de Emociones Positivas y Psicofisiología de la Universidad de Carolina del Norte en Estados Unidos.
Con la reformulación de conceptos que propone esta científica, seguro te vienen varias preguntas. Desde esta perspectiva, ¿crees que es posible que la gente pueda cambiar?