La Resacralización Del Alimento Como Un Requisito Evolutivo

La resacralización del alimento como un requisito evolutivo

El británico Jamie Oliver realiza una campaña mundial para revalorizar al alimento como promotor de vida.

Para culturas milenarias la comida es el principio de la concepción sobre el mundo. Es desde el alimento y sus características que estas civilizaciones iban forjando su identidad, pues representaba el principal eslabón de pertenencia después de la familia y la tierra misma: sus frutos constituían la evidencia más palpable de su entorno inmediato, y de sus variables fundamentales, como el clima y la fertilidad.

El alimento es obviamente vital para el desarrollo de la humanidad. Pero la cotidianiedad actual, con la inmediatez como una de sus principales cualidades, ha transformado nuestra relación con la comida. En el factor producción, nuestros alimentos son obtenidos en el menor tiempo posible, bajo el menor costo y en la mayor escala probable. En el componente de preparación y consumo seguimos un modelo de velocidad y vivimos alejados de su proceso de creación –para comprobarlo basta con analizar la hegemonía de la comida rápida.

La resacralización del alimento como un requisito evolutivo

Para el chef británico Jamie Oliver, algunas de las principales problemáticas contemporáneas están relacionadas con la calidad de vida y la salud como el estrés y la frustración. Mismas que podrían resolverse, al menos parcialmente, por medio de la revalorización del principal eslabón de las necesidades humanas: la comida. La fundación Jamie Oliver Foundation crea programas en escuelas para que los niños cosechen lo que comen, y comprendan así las propiedades y efectos de cada alimento. Además, esta organización trabaja con comunidades y gobiernos para promover el auto-abastecimiento de insumos vía la agricultura, y la preparación de sus propios alimentos.

Estamos íntimamente unidos a lo que comemos, y debemos de respetar la jerarquía que la alimentación merece –algo así como re-sacralizar está práctica. El hacerlo representa un buen inicio para cuestionar nuestros hábitos cotidianos y, eventualmente, imaginar modelos alternativos al actual sistema. A fin de cuentas parece evidente la sabiduría implícita en ese refrán popular que reza: “Dime qué comes, y te diré quién eres”.

 

 

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