La Bella Metáfora Del Amor De Rabindranath Tagore (y Sus Lecciones Contra El Egoísmo)

La bella metáfora del amor de Rabindranath Tagore (y sus lecciones contra el egoísmo)

La naturaleza del hombre es espiritual y física, pero sobre todo social, e incluso cósmica.

Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos.
Rabindranath Tagore

 

En la obra del gran poeta y filósofo indio Rabindranath Tagore hay entre líneas bellas metáforas del amor, y gruesos pincelazos en contra del egoísmo. Porque para Tagore, lo universal es personal: existen profundos vínculos entre los hombres —como seres individuales que comparten una historia—, y también entre los hombres y el cosmos en su totalidad.

La bella metáfora del amor de Rabindranath Tagore (y sus lecciones contra el egoísmo)

Se trata de una especie de cosmogonía de la vida: una relación de interdependencia en la que nadie puede tener el papel protagónico, sino que debe asumirse como parte de un todo, porque nos necesitamos recíprocamente los unos a los otros.

Tagore, como hombre de ciencia (que incluso mantuvo una estimulante charla con Albert Einstein), retoma la manera de trabajar de las células en forma coordenada y funcional, aplicando esto como principio de unidad material, así como divino misterio de la existencia:

Las grandes unidades cooperativas pagan por una libertad mayor de libre expresión, y comienzan a desarrollar en sus cuerpos nuevos órganos de poder, nuevos instrumentos de eficiencia. Esto es la marcha de la evolución, desdoblando siempre los potenciales de la vida.

Lo elemental de esta unidad, o divina existencia como la explora en su libro The Religion of Man, es que nos lleve a comprender el papel del amor como móvil de la existencia de los hombres:

El amor es el significado último de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación.
La bella metáfora del amor de Rabindranath Tagore (y sus lecciones contra el egoísmo)

Así, no hay lugar para el egoísmo, pues ahí donde el hombre se aísla, se pierde. Pero:

[El hombre] encuentra su gran y verdadero ser en sus vastas relaciones humanas. Su cuerpo multicelular nace y muere; su multipersonal humanidad es inmortal.

De esta manera, la naturaleza del hombre es espiritual y física, pero sobre todo social, e incluso cósmica. Inmanencia y trascendencia no son conceptos en contra de la naturaleza humana, sino que somos atman (la esencia espiritual) a la vez que Brahman (lo absoluto).

La bella metáfora del amor de Rabindranath Tagore (y sus lecciones contra el egoísmo)

De esta forma es posible esquivar las viejas dicotomías de la filosofía occidental, y pasar a un terreno mucho más rico —que nos lega la tradición del pensamiento indio junto con Tagore— que explora, más bien, la interdependencia de todo lo existente. Por eso, no existe negación del individuo en las reflexiones de Tagore.

De hecho, en una carta que escribe a un traductor al inglés de su obra poética —traducción a la que se resistía—, Tagore dice:

Lo que más me importa en el mundo es ser fiel a mí mismo.

Lo que Tagore intentó fue la comunión del atman y el Brahman. Son esas las profundas raíces de su compromiso intelectual con lo universal y lo personal. Pensando de esta manera en relaciones complejas, este brillante hombre legó una filosofía extensa sobre las relaciones —humanas, naturales, cosmogónicas—, y con ello una suerte de reflexión donde lo elemental es el amor colectivo y la cooperación entre todas las formas de vida.

 

* Referencias: Redescubriendo a Tagore

 

* También en Ecoosfera: El árbol más grande del mundo también es un bosque mitológico en la India

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