En las últimas décadas se han realizado numerosos acerca del impacto que tiene el microbioma en la salud mental y física de un individuo. La presencia de las bacterias desde el nacimiento, durante el parto y la lactancia, en nuestro tubo digestivo promueve realmente la salud, pues constituyen una barrera defensiva bacteriostática, antitóxicas y anticancerígenas; compiten con los microorganismos patógenos por lo nutrientes y los mantienenten bajo control; alteran los niveles de pH y de oxígenos, haciéndolos desfavorables a los patógenos; producen peróxido de hidrógeno, el cual funge como potente desinfectante y antibiótico natural; modulan el envejecimiento al desactivan contaminantes y sustancias tóxicas; promueven el movimiento intestinal al producir ácido láctica y optimizan las funciones del tubo digestivo; entre otros beneficios. Incluso se dice que el microbioma funge como el segundo cerebro del cuerpo: modula el material genético que a su vez influye en la segregación de neurotransmisores como serotonina, endorfinas, dopamina y oxitocina y en la salud emocional de la persona, pues regula los síntomas de ansiedad, depresión, hipertensión, entre otros.
Cada estudio realizado al respecto ha demostrado la importancia del balance de las bacterias en el tracto digestivo mediante los alimentos que se consumen. De alguna manera ciertos tipos de alimentos incrementan el número de ciertos tipos de bacterias que promueven la salud digestiva al absorber diferentes nutrientes y actican diferentes genes. Sin embargo había permanecido como misterio la manera en que el microbioma era capaz de brindar toda esta serie de beneficios antes mencionados. Hasta ahora.
De acuerdo con un estudio realizado por Carlos Ribeiro en Champalimaud Center for the Unknown in Lisboa, Portugal, el microbioma le indica a las bacterias de los alimentos cuáles son los nutrientes hacen falta en la comida y valoran cuántos de esos nutrientes necesita comer realmente el individuo. En sus palabras, “Lo que hacen las bacterias mediante el apetito es como si un automóvil fuera capaz de correr sin necesitar de conseguir gasolina extra.”
En el estudio, el cual fue publicado en PLoS Biology, se demostró cómo el microbioma influye en las decisiones nutricionales. Las bacterias no sólo remplazan simplemente los nutrientes que hacen falta, sino que funcionan como “pequeñas fábricas metabólicas” que transforman la comida en nuevos químicos: en metabolitos que pueden funcionar aún si no se cuenta con el suficiente cantidad de aminoácidos. Es decir que sin necesidad de consumir más alimentos ni sentir antojos desmedidos, estas bacterias pueden transformar los alimentos en nutrientes. Según Ribeiro, “existen dos tipos de bacterias que son particularmente efectivas en la influencia del apetito: el Acetobacter y Lactobacillus. La manera en que el cerebro maneja esta compensación de información nutricional es realmente fascinante, y nuestro estudio muestra que el microbioma juega un papel clave en decirle al individuo qué hacer.”
Ribeiro incluso agrega que “los microbiomas pueden incluso tener sus propias razones evolutivas para comunicarse con el cerebro.”
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