“La práctica hace al maestro” es un consejo que ya todos damos por sentado, pero que, como todos los refranes milenarios, tiene mucho de verdadero. La clave para volverse experto en una actividad estriba justo en la repetición.
Pero, ¿por qué la práctica nos hace mejores? Todo está en nuestro cerebro.
Una acción (como tocar el bajo) es posible gracias a un complejo mecanismo. La información que se origina en nuestro cerebro pasa por la espina dorsal y atraviesa una cadena de fibras nerviosas antes de llegar a nuestros músculos, impulsándolos al movimiento.
Estas fibras son los axones, que están envueltos en una capa blanquecina llamada mielina, compuesta de grasa y proteínas. La mielina funciona de manera similar al plástico que cubre los cables eléctricos: protege a los axones y evita las pérdidas de electricidad. De esta forma, los impulsos cerebrales se transmiten de manera rápida y eficiente.
Un estudio del University College de Londres indica que la repetición constante de ciertos movimientos aumenta el grosor de la capa de mielina en los axones. Así, al momento de volver a la acción, los impulsos viajan a los músculos con mayor velocidad, como si atravesaran una supercarretera.
Este es el proceso que facilita lo que muchos atletas y músicos llaman “memoria muscular”.
Aunque sea un proceso primariamente físico, parece ser que practicar con la mente es igual de importante. En otro estudio, un grupo de basquetbolistas imaginaron durante 2 semanas que practicaban un tiro al aro. Al momento de las pruebas, se desempeñaron tan bien como los deportistas que practicaron la jugada en la cancha.
A pesar de no comprender del todo a qué se debe, practicar con la imaginación es uno de los consejos que los expertos dan para dominar cualquier actividad. El resto es igual de claro:
Minimiza las distracciones. Pon tu celular en modo avión, apaga la computadora y concéntrate en tu tarea.
Comienza lento. Ten paciencia y tómate tu tiempo para realizar la actividad, aunque te equivoques. Cuando te sientas seguro, incrementa tu agilidad gradualmente. Es mejor comenzar lento y bien a intentar hacerlo rápido y fallar continuamente.
Sé constante, pero toma descansos. En vez de practicar 4 horas de jalón, es más recomendable dividir 1 día de práctica en varias sesiones de duración limitada, con pequeños descansos entre cada una.
Tomarse un tiempo para dedicarle a la actividad que queremos dominar es un gran primer paso, pero no es el único. Más que la cantidad de horas, importa la calidad de las mismas. Para perfeccionar una habilidad es crucial prestar atención a los errores y centrarse completamente en mejorar.
Aprende más sobre esto mirando este video:
*Gif principal: Albane Simon