Considerado como el lomo del cuerpo humano, el psoas es este músculo que se encarga del funcionamiento adecuado y afectivo de toda la motricidad del cuerpo. No sólo se trata del puente de los mensajes entre el sistema nervioso y las otras partes del cuerpo, también es el encargado de desarrollar potencialmente la intuición humana.
El psoas, también llamado como “el músculo del alma”, se ubica en la espalda pues de esa manera se encarga de estabilizar la base del cuerpo: percibe y emite pulsiones profundas de supervivencia y trascendencia. A través de un tejido biointeligente, este músculo influye en nuestra salud, vitalidad y bienestar emocional.
Debido a su ubicación, entre la espina y las piernas –aproximadamente entre la doceava vértebra torácica T12 y las cinco vértebras lumbares– nos ayuda a realizar numerosas actividades de movimiento; tales como mantenernos parados, caminar cuando lo deseamos, cuidar la integridad muscular y el balance estructural, brindar fuerza y flexibilidad en los tendones y el óptimo funcionamiento de otros órganos vitales. Inclusive se ha llegado a creer que el psoas se conecta con el diafragma a través de la fascia, influyendo en consecuencia en la respiración y la relajación.
Para lograr que el psoas se convierta en el responsable de nuestro estado mindfulness, debemos de permitir que el flujo sanguíneo fluya a lo largo del cuerpo. Es decir que al evitar la ropa apretada y las posturas incómodas para el cuerpo permitirán que la fuerza revitalizadora del psoas alcance al sistema nervioso simpático, regulando el estrés y dolores corporales como de la espalda, la ciática, los discos, la cadera, menstruales, etcétera. Otro método para optimizar el funcionamiento del psoas es reducir el estrés diario al brindarle pequeños regalos a tu cuerpo: un masaje en la espalda baja de la espalda, algunas posiciones de yoga, la danza, entre otras.
En el momento en que te sientas relajado, curioso y creativo, en ese momento el psoas está siendo estimulado de manera adecuada. Se trata de un momento en que la apertura, fuerza y flexibilidad fluyen desde la energía de la tierra al corazón de un individuo. Sólo de esta manera, la energía vital del cuerpo comienza a reconectarse con la vida del universo, la energía del aquí y el ahora: “Es una conversación ininterrumpida entre el yo, la tierra y el cosmos.”