La soledad vista desde la consciencia tiene una esencia sanadora. El estado de soledad no necesariamente debe estar ligado al aislamiento y al sentimiento de nostalgia, sino al estado reflexivo interior. De esta forma la soledad se convierte en una inesperada aliada que nos trae diversos beneficios.
Cada vez más, la ciencia se introduce en el estudio del estado subjetivo provocado por la soledad. Diversos estudios se han realizado para analizar los impactos que tiene en el “yo interior” la preferencia por contextos mentales de soledad. Entiéndase que a pesar de estar rodeado de personas y bullicio, se puede entrar en estados de autorreflexión que nos lleven a analizar nuestros pensamientos y sentimientos experimentados.
Un estudio examinó las asociaciones por la preferencia de la soledad, entendida esta como el proceso de autorreflexión y cuidado de sí mismo. Dividió en tres grupos a su población de estudio, adultos jóvenes (29-31 años), adultos de mediana edad (49-51 años) y adultos mayores (69 a 71 años). Los resultados sugieren que los adultos mayores prefieren pasar tiempo en soledad y reducir la interacción social. Lo interesante es que, según las variables observadas, reducir la interacción social no parece inhibir el bienestar subjetivo, sino que por el contrario refuerza el afecto positivo.
El efecto de desactivación
Por su parte, la psicóloga clínica Netta Weinstein de la Universidad de Reading, encabezó una investigación experimental para llegar al fondo de los beneficios de la soledad. En este estudio los voluntarios pasaron tiempo en condiciones controladas de soledad o en compañía.
Weinstein y su equipo, analizaron el cambio de emociones en sujetos después de permanecer tiempo en soledad. Las mediciones se clasificaron en emociones positivas con una alta excitación (emoción desbordada, energización) y emociones positivas de baja excitación (calma, relajación). De igual forma se clasificaron las emociones negativas de alta excitación (ira, ansiedad) y emociones negativas de baja excitación (tristeza, desolación).
Sorprendentemente pudieron demostrar que la soledad funciona como un ejercicio de autocuidado para la regulación de la excitación, tanto positiva como negativa. A este efecto se le denomina efecto de desactivación. Con esto se puede inferir que la soledad nos proporciona un espacio para hacer más llevaderos los episodios momentáneos de emociones negativas.
El efecto de desactivación nos abre la oportunidad para intentar experimentar los inesperados beneficios de la soledad y practicarla como un ejercicio de autocuidado y amor propio.