El surgimiento de la vida en la Tierra es un misterio complejo de descifrar. Sabemos que todo empezó con reacciones químicas que luego de alguna forma brincaron hacia reacciones metabólicas, dando origen a los primeros organismos biológicos. Pero si usted se ha preguntado igual que nosotros, cuál fue el primer animal complejo que vivió sobre la faz de la Tierra, parece que finalmente tenemos una respuesta.

Durante mucho tiempo fueron las esponjas (Porifera) las candidatas a coronarse como el “primero” de todos los animales, debido a que poseen un sistema poco complejo. Pero conforme la tecnología de estudios genéticos ha ido avanzando, parece que las esponjas están siendo destronadas por otro animal que vivió mucho tiempo antes.
¿Cuál fue el primer animal en la Tierra?
Los nuevos datos sugieren que el primer animal en vivir en el planeta Tierra fue la medusa peine (Ctenóforo), que extrañamente están lejanamente emparentadas con las medusas que conocemos hoy en día. No obstante, los resultados de las nuevas investigaciones sugieren que los ctenóforos son el ancestro más lejanos con el que todos los animales están emparentados.
El ancestro común más reciente de todos los animales probablemente vivió hace 600 o 700 millones de años”, dice Daniel Rokhsar, biólogo molecular y coautor del estudio de la Universidad de California, Berkeley. También explica que es difícil saber cómo eran porque eran animales de cuerpo blando y por lo tanto, no dejaron un registro fósil directo.
Pero los investigadores usaron “comparaciones entre seres vivos animales para aprender sobre nuestros ancestros comunes”. “Es emocionante: estamos mirando hacia atrás en el tiempo donde no tenemos esperanza de obtener fósiles, pero al comparar genomas, estamos aprendiendo cosas sobre estos ancestros muy tempranos”, explica Rokhsar.
¿Cómo llegaron a sus conclusiones?
Sin duda se trató de una expedición complicada, pues en el camino debieron comprender qué hace que los animales sean animales. Según los investigadores, dicho cuestionamiento encuentra su respuesta en las funciones básicas que compartimos entre especies. “Este trabajo nos ayudará a comprender las funciones básicas que todos compartimos, como cómo perciben su entorno, cómo comen y cómo se mueven”.
Para llegar a sus conclusiones, Rokhsar y su equipo secuenciaron los genomas de animales como la medusa peine, esponjas marinas, animales unicelulares como las amebas y un parásito microbiano de peces relacionado tanto con animales como con hongos. Luego compararon las secuencias genómicas con la de animales actuales y el análisis arrojó patrones que indicaban claramente el orden de los eventos evolutivos entre los organismos.
Los científicos encontraron que las esponjas y los animales más modernos comparten los mismos rasgos de un tipo raro de evento de fusión y reordenamiento cromosómico. En cambio, dicho patrón no fue identificado en las medusas peine, cuyos genomas están dispuestos más como los otros animales unicelulares. Es por esto que creen que podría tratarse del eslabón que une la secuencia de la vida entre los organismos más simples y su conversión a animales más complejos.
“Esa fue la prueba irrefutable”, dice Rokhsar. “Encontramos un puñado de reordenamientos compartidos por esponjas y animales que no son ctenóforos. En contraste, los ctenóforos se parecían a los no animales. La explicación más simple es que los ctenóforos se ramificaron antes de que ocurrieran los reordenamientos”.
Un aspecto antiguo
Los ctenóforos son animales marinos similares a las medusas actuales, aunque guardan poca relación genética. Tienen ocho hileras lineales de cilos, llamados también peines (de ahí el nombre de medusa peine) que son smilares a los tentáculos de otras especies marinas. Los utlilizan para nadar y transportarse a lo largo de las profundidades del océano.
Existen más de 166 especies de cnetoforos hasta ahora catalogados, todos ellos tienen un cuerpo gelatinoso esferoidal, pero difieren en tamaño y color. Pueden poseer una pigmentación vibrante o incluso ser traslúcidos y emanar bioluminiscencia, que usan para comunicarse entre ellos, así como para disuadir a los depredadores.