Vacunas sí o no: debatiendo el valor de la salud mundial

Vacunas Sí O No: Debatiendo El Valor De La Salud Mundial

Vacunas Sí O No: Debatiendo El Valor De La Salud Mundial

Unos años atrás la ciencia documentaba por primera vez una vacuna. Para ser más precisos, fue exactamente en 1796. De la mano de Edward Jenner, la sociedad de ese entonces recibió la vacuna contra la viruela, lo cual a su vez provocó el primer movimiento antivacunas.

Desde sus inicios las vacunas han tenido dos caras, una llena de beneficios colectivos y otra con dudosos riesgos individuales. Esta dualidad que evoluciona a lo largo del tiempo es lo que analizaremos en este texto.

Doug Chayka

Además, intentaremos profundizar en el incipiente debate que se construye en torno a ella y, por qué no, navegar un poco en los tiempos de creación de una vacuna. Sin duda es un viaje largo por la historia, pero a raíz de la pandemia por covid-19, resulta oportuno hablar sobre mecanismos de protección sanitaria.

 

El impacto de las vacunas

El panorama de la salud y la medicina mundial cambió desde el nacimiento de las vacunas. El impacto de éstas se observó a partir de 1979 con la erradicación de la poliomielitis, mejor conocida como polio. Desde ese momento, quedó claro que las vacunas podían ser una gran herramienta en el combate de ciertos virus a nivel mundial.

Inclusive, algunos científicos las consideran el mayor éxito que ha habido en materia de salud pública. En un esfuerzo por comprender la magnificencia de estos “escudos” biológicos, revisemos las explicaciones del mundo científico sobre por qué son tan necesarios.

Mike McQuade

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¿Por qué crear un “escudo biológico”?

El uso de las vacunas supone una barrera que protege al organismo humano de cualquier agente extraño. Cuando un patógeno muy agresivo (como el coronavirus, por ejemplo) ingresa al cuerpo por primera vez, el sistema inmune rápidamente lo reconoce como un “invasor”.

En respuesta a este invasor, el organismo produce moléculas llamadas anticuerpos, las cuales habilitan a nuestro sistema inmune para trabajar en contra del patógeno nocivo hasta eliminarlo.

La primera vez que el organismo se enfrenta a un patógeno extraño, le toma días a nuestro cuerpo crear los suficientes anticuerpos para derrotar la infección. Durante ese tiempo, el virus tiene una excelente oportunidad para atacar al cuerpo. El resultado es una serie de síntomas que derivan en distintas enfermedades.

Sin embargo, después de los primeros encuentros el organismo será capaz de memorizar la estructura del virus y así, la siguiente vez que ataque será mucho más sencillo crear una defensa y eliminar el patógeno antes de que cause estragos.

 

Cómo funcionan las vacunas en el cuerpo

Las vacunas tienen un objetivo claro y funcional: enseñan al cuerpo a reconocer un patógeno nocivo rápidamente. Contienen los mismos antígenos que el virus, pero de una forma debilitada o sin vida, de forma que el organismo aprende la estructura del virus y produce los anticuerpos de manera segura y controlada.

De esta manera, cuando el cuerpo se encuentre con el virus ya estará entrenado, sabrá reaccionar inmediatamente y evitará que se produzcan daños en el organismo.

Mike McQuade

 

El ABC del proceso de creación

Crear una vacuna toma mucho más tiempo del que quisiéramos. Pero vayamos paso a paso para comprender a lo que nos hemos enfrentado en el pasado (y a lo que nos enfrentaremos tal vez hoy en día).

De acuerdo con los procesos de creación, para llegar al momento de aplicar una vacuna a nivel global tiene que desarrollarse una investigación conforme a las siguientes etapas:

 

Etapa de exploración (2 a 4 años)

Científicos académicos y del gobierno identifican antígenos naturales o sintéticos que podrían ayudar a prevenir o tratar una enfermedad.

 

Etapa preclínica (1 a 2 años)

Sistemas de cultivos de tejidos o cultivos de células se prueban en animales para evaluar la seguridad de la vacuna candidata y su capacidad imunógena, o capacidad de provocar una respuesta inmunológica.

Estos estudios le dan una idea a los investigadores sobre las respuestas celulares que podrían esperar en los humanos, y también pueden sugerir una dosis inicial segura para la siguiente fase de la investigación.

 

Solicitud de IND (2 a 3 años)

Un patrocinador, que por lo general es una compañía privada, envía una solicitud para investigar un medicamento nuevo (IND, por sus siglas en inglés) a la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos, donde refiere los procesos de fabricación y prueba, resume los informes del laboratorio y describe el estudio propuesto.

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    Una vez que se ha aprobado la solicitud IND, la vacuna se somete a tres fases de pruebas.
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    Se evalúa la vacuna candidata en humanos en un grupo de edad de entre 20 a 80 años.
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    Un grupo más grande de varios cientos de personas participa en las pruebas de fase II. Algunas de las personas pueden pertenecer a grupos en riesgo de contraer la enfermedad.
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    Las vacunas candidatas que tienen éxito en la fase II avanzan a ensayos más grandes, que involucran de miles a decenas de miles de personas.
  • Al finalizar, diversos sistemas vigilan las vacunas después de haber sido aprobadas, con el fin de atender rápidamente alguna reacción secundaria grave.

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    Los 2 lados de la moneda

    En una perspectiva amplia, una vacuna nos ayuda a evitar una profunda crisis de salud pública. La vacuna se convierte en el escudo de toda la sociedad, no sólo de un individuo. Se trata de generar inmunización mundial. La población que acepta la vacunación considera las tasas óptimas de protección mundial.

    Estas tasas garantizan que menos personas caigan enfermas por efecto de distintos virus. El objetivo es producir una inmunidad colectiva construida desde la vacunación individual. Los beneficios a largo plazo superan los posibles riesgos; es decir, con vacunas habría menos enfermedad y muerte, y sin ellas el efecto es el contrario.

    Por otra parte, esta la perspectiva basada en la decisión del individuo. En este sentido, el movimiento antivacunas argumenta que las vacunas son innecesarias, poco efectivas e incluso peligrosas. Uno de los argumentos más comunes esgrimidos por este grupo es que las vacunas pueden causar autismo. Sin embargo, un estudio demostró que no hay ninguna relación entre las vacunas y dicha enfermedad.

    No obstante, aunque el argumento base ha sido anulado por completo, el grupo antivacunas continúa convencido de que todas las vacunas deberían aplicarse bajo decisión propia o de los padres y madres. Algunos afirman que sólo quieren tener la certeza de que las vacunas son realmente seguras, pero no se fían de las investigaciones presentadas por científicos. 

    Hasta ahora, todas son teorías conspiratorias en contra de la ciencia y hay nulas pruebas sobre los riesgos de los que se habla. En última instancia, esta es una opinión respetable, pero deberíamos considerar que estamos en medio de una pandemia mundial.

     

    El coronavirus transforma el panorama

    La complejidad del desafío y la extraordinaria colaboración que ha inspirado la pandemia por el nuevo coronavirus generó que miles de instituciones médicas, compañías biotecnológicas y biofarmacéuticas y millones de investigadores trabajen en una nueva vacuna.

    Con la covid-19, avanzamos a una velocidad récord en términos de la historia del desarrollo de las vacunas. En este momento, en el que se han registrado cerca de 9.65 millones de personas con coronavirus y 490,000 fallecimientos en todo el mundo, es básico alcanzar el desarrollo de una vacuna lo más pronto posible y de forma segura.

    Sin importar de qué lado de la moneda te encuentres, los dos motivos principales para vacunarse son protegernos a nosotros mismos y proteger a quienes nos rodean. El éxito de los programas de vacunación depende de que todos garanticemos la inmunidad colectiva.

    Sergiy Maidukov

    Esta es una excelente forma de proteger a toda la población, pues incluso aquellos que no estén vacunados estarán protegidos ante la enfermedad. Esto es crucial, por ejemplo, para garantizar la salud de los que no son elegibles para vacunas, como bebés, mujeres embarazadas y adultos inmunocomprometidos.

    Si bien las vacunas pueden parecer una elección personal, a largo plazo son una contribución social de talla mundial. A estas alturas hemos comprobado que, en situaciones como una pandemia, el trabajo en conjunto trae muchos más beneficios para todos que el pensamiento individual.

     

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