Varias ONG’s lo habían denunciado con anterioridad: la población de las vaquitas marinas se encuentra en peligro de extinción. Desde el 2016 se planificaron e implementaron planes que permitieran salvar a los 60 ejemplares que restaban en las aguas californianas; sin embargo, un año más tarde, los estudios han demostrado que los esfuerzos se vieron reducido a mantener protegidos a tan sólo 30 ejemplares.
Las causas se le atribuyen a la caza ilegal por parte de barcos chinos, los cuales, en la búsqueda de la totoaba, lanzan redes en las que se quedan atrapadas las vaquitas hasta el punto de fallecer dentro de las mismas. En palabras de Rod Norland, “El camino a la extinción de la marsopa ha estado marcado por esfuerzos de conservación inconsistentes por parte de gobiernos y conservacionistas en ambos lados de la frontera entre México y EE.UU., así como por traficantes de partes de animales en peligro de extinción y de pescadores sin escrúpulos.” Pese a que se lanzó la prohibición de la pesca ilegal en la zona de refugio y que se creó un refugio para las mismas con una inversión de 30 millones de dólares tanto para compensar a pescadores como para promover el uso de otros métodos de pesca, la población de las vaquitas marinas continúa al borde de la desaparición. Agrega, “Funcionarios mexicanos y otros funcionarios del CIRVA dicen que los carteles de narcotráfico incluso se han sumado a la venta por las altas ganancias… y porque ningún pescador ha sido detenido por traficar las vejigas.”
Para Robert Brownell Jr., científico sénior de la Administración Océanica y Atmosférica Nacional –NOAA–, la vaquita marina es “el integrante más pequeño de los cetáceos, que incluyen a las ballenas y los delfines, y uno de los más recientes en ser reconocidos como parte de esta familia animal por la ciencia.” Pero parece que toda su especie está por extinguirse si no se hace algo al respecto. Por ello, el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita –CIRVA–, un pánel bilateral de alto nivel compuesto por científicos mexicanos y estadounidenses, pretende salvar a la especie aunque se deba capturar a las que siguen vivas: “Algunos de los científicos creen que, si acaso, hay dos o tres vaquitas marinas y que las dos halladas muertas recientemente –incluida la que estaba sobre la mesa para autopsias en Tijuana– podrían haber sido las últimas. Aunque tendrán que pasar años para poder confirmar el dato.”
Los integrantes de la comisión pusieron artefactos de localización acústica a principios del año en zonas donde habían sido registrados los animales en 2016. Estos artefactos recogen datos de ecolocalización a partir de los “clicls” que usan los animales para navegar y comunicarse entre sí. Sin embargo, en palabras de Brownell, “Hay tantos ojos sobre el agua que es difícil imaginar que no hubiéramos descubierto a alguno. […] Es muy deprimente. Con la reunión queremos dejar claro que cualquier vaquita que no sea sacada de su peligroso hábitat probablemente morirá, y rápidamente. Es una situación desesperada.”
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