La ciencia es, en esencia, una entidad viva, inquieta. Por eso, la Sociedad de Científicos Anónimos es un vehículo perfecto para la divulgación científica. Fundada en 2016, esta iniciativa mexicana propone acercarnos a la ciencia como lo que es: un cúmulo de cultura, asombro e identidad; en pocas palabras, un delicioso despliegue de humanidad.
Desde hace tres años, la SCA organiza periódicamente, en la Ciudad de México, sesiones que reúnen a especialistas de distintas áreas científicas con el público. Estas ocurren lejos de la solemnidad académica y cerca de de una de las pulsiones más humanas: el vivo deseo de conocer y entender. O dicho en palabras de los Científicos Anónimos, se trata de “sesiones grupales para cerebros hambrientos”.
Los encuentros, inclusivos y horizontales, se aderezan con música y mezcal (o algo por el estilo), lo que sin duda lubrica el intercambio de duda y conocimiento. Ahí se abordan altercientíficamente varios temas, por ejemplo: tecnologías de la naturaleza, agujeros negros, biología alucinógena o dinosaurios mexicanos.
Quizá sea narcisismo generacional, pero pareciera que la humanidad jamás había enfrentado retos tan complejos como los actuales, y en este contexto, la ciencia, concebida no como un agente inhumano de monopolización de la realidad, sino como un generador de nuevas narrativas para relacionarnos con ella, es una herramienta invaluable. Por eso en Ecoosfera celebramos la existencia de la Sociedad de Científicos Anónimos (fundada por Andrés Cota y Natalia Jardón) y la frescura que distingue su labor de nueva divulgación científica (multimedia, vivencial y empática).
Ciencia, sexo, música y buena onda: Sociedad de Científicos Anónimos 3er aniversario
Miércoles 21 de agosto / 20:00 / Lugar: Galera / Entrada gratuita
Celebramos nuestro tercer aniversario con una noche dedicada a la tremenda diversidad sexual en la floresta, pues si existe una constante en el inagotable kamasutra de los animales, ésta es torcer las convenciones.
Machos diminutos que terminan convertidos en parásitos permanentes de sus parejas; hembras severas que devoran a su consorte tras la cópula; pretendientes tenaces que, aun siendo decapitados, tienen la gracia de continuar con su baile erótico y seguir fornicando; hermafroditas, organismos que cambian de sexo y procrean bajo su nueva identidad; especies unisexuales, seres casi milagrosos que se autofecundan.
Acompáñanos a esta exploración de las posibilidades sexuales de la zoología. Ven a descubrir comportamientos inusitados y adaptaciones que manifiestan que, en lo que se refiere a desplantes eróticos, los humanos estamos condenados a ser bastante aburridos. Como diría Remy de Gurmont: “de todas las aberraciones sexuales, quizás la más curiosa sea la castidad”.